Un estudio llevado a cabo por el Centro de Astrobiología (CAB) ha demostrado que el origen de las aguas ácidas del río Tinto se debe fundamentalmente a la interacción de acuíferos subterráneos con distintas unidades geológicas que contienen importantes cantidades de sulfuros metálicos masivos.
El hallazgo, publicado en ‘Earth and Planetary Science Letters’, se ha logrado tras la obtención de muestras del subsuelo de la Faja Pirítica Ibérica — estructura geológica que se extiende por la región suroeste de la Península Ibérica– de hasta una profundidad de 620 metros, concretamente de la zona conocida como Peña del Hierro, lugar donde se sitúa el nacimiento del río.
Los datos de resistividad y los sondeos electromagnéticos en el acuífero del río Tinto hasta esas profundidades han revelado las ubicaciones de las fuentes de acidez, apoyando la presencia de dos unidades geológicas diferentes emplazadas la una en la otra la orogenia Varisco del Carbonífero. Estas unidades contienen sulfuros masivos y actúan como el acuífero de las aguas ácidas. Este resultado está de acuerdo con el registro geológico del sistema fluvial del río Tinto en los últimos 6 millones de años.
La Faja Pirítica Ibérica es una zona muy rica en todo tipo de minerales, fundamentalmente pirita. De hecho, es una zona de explotación minera intensiva desde hace la menos 5.000 años. Además, la explotación minera se realiza a cielo abierto y en la provincia de Huelva existen más de 200 minas, casi todas ellas fuera de explotación.
Al norte de la provincia de Huelva, en plena región minera, se localizan algunas de las explotaciones mineras más grandes. Esta circunstancia ha modificado drásticamente el terreno creando un paisaje con aspecto extraterrestre. En esta zona nace el río Tinto, un río de aguas teñidas de rojo por la alta concentración de óxidos de hierro lo que le da su nombre. Las aguas del río también poseen una alta acidez.
Hasta hace unos años se desconocía el origen de la acidez de estas aguas y se pensaba que era el resultado de la intensiva explotación minera. Aunque al menos desde 2008 ya se había sugerido que el origen se debía a la biooxidación de sulfuros masivos, la ausencia de una determinación precisa de la localización de esta fuente de acidez en el subsuelo no terminaba de zanjar el debate.
El autor principal del proyecto, Ricardo Amils, ha comentado que «estos resultados implican que la actividad minera tiene una influencia muy limitada en la generación de las aguas ácidas del río Tinto, en contra de lo actualmente establecido, lo cual tiene implicaciones de indudable interés medioambiental».
Por su parte, el investigador David Fernández-Remolar, ha apuntado que «el análisis multidisciplinar de las aguas permitirá conocer los metabolismos de los microorganismos involucrados en estos procesos».