“La diferencia entre Gonzalo y yo es que para mi el paraíso es Punta Umbría”. Lo dijo José Carlos Hernández Cansino, el candidato del PP a la Alcaldía de la localidad, ante 700 personas en el Teatro del Mar -cada vez son más los vecinos que responden a su llamada, a la vista está-. Alguien podría decir que sólo se trata de una gracieta, de una frase recurrente. Y es cierto. Pero a pesar de ello hay que reconocer que encierra un notable contenido. Porque si algo está demostrando en los últimos tiempos Gonzalo Rodríguez Nevado, actual alcalde de Punta y candidato del PSOE, es que sus negocios se hallan muy por encima de los intereses del municipio. ¿Cómo si no se puede entender que el Ayuntamiento haya recibido subvenciones de la Junta de Andalucía por 400.000 euros y que sin embargo las empresas del alcalde alcancen la escandalosa cifra de 1.200.000 euros? No se comprende. Ya digo. Aún menos si tomamos conciencia de que el desempleo se ha disparado durante esta legislatura en Punta Umbría desde los 500 parados hasta los 3.000.
Rodríguez Nevado debería explicar en detalle dónde se encuentra el misterio, la clave del asunto, para que a él le lluevan los billetes de 500 de euros mientras el Ayuntamiento se encuentra prácticamente en bancarrota. Y ahí están los trabajadores municipales para acreditarlo. Dándole vueltas al tema lo único que se me ocurre es que Gonzalo, el de El Paraíso, esté empleando los muchos contactos que tiene en la Junta -y los tiene, que nadie lo dude- para sacar a flote sus negocios en lugar de dedicar esos esfuerzos a lograr fondos que permitan al Ayuntamiento luchar contra la lacra del paro y crear empleo, en lugar -insisto- de buscar trabajo para los puntaumbrieños.
No son tiempos ni para el egoísmo ni para las tretas. Son tiempos en los que un alcalde debe, sin excusas, arrimar el hombro. Volcarse un día tras otro con el pueblo. Con su pueblo. Y, por supuesto, debe situar -es su ineludible responsabilidad- las necesidades municipales, de la colectividad, a mucha más altura que las de su economía familiar. Esa, y no otra, es la obligación de uno que se define a sí mismo como socialista. Sobre todo si, como resulta en el caso de Rodríguez Nevado, aspiró de forma voluntaria a ser alcalde de Punta. Si su prioridad son sus negocios no debería haber concurrido a las elecciones hace cuatro años y mucho menos debería hacerlo ahora.
El problema de Gonzalo no es que José Carlos Hernández haya dicho que tienen diferencias radicales sobre lo que significa el concepto paraíso. No. El verdadero problema de Gonzalo es que las 700 personas que escucharon a José Carlos estuvieron de acuerdo con él. La mecha ha prendido. Y no es precisamente la de la bomba del Zambombo.