15 enero 2025

En un rincón del alma: Espero que nos hayamos encontrado

ana

Ana Vázquez Ponzone

Después de varias semanas sigo a cuestas con la vulnerabilidad, o mejor dicho con mi fragilidad. Me sigo sintiendo pequeña cuando veo lo que pasa a nuestro alrededor. Yo no sé ustedes, pero ver el telediario, leer los periódicos o escuchar las noticias en la radio, a veces me hacen sentir las grandes limitaciones de mi sentir y de mi entender.

Estoy plenamente convencida de que las guerras no son la solución a nada, pero escucho a la Ministra de Defensa y me hace creer por unos minutos que estamos de ayuda humanitaria en Libia. Veo la incertidumbre de lo que pasará en Japón con esa central nuclear casi innombrable para mí, y escuchando a los expertos en energía nuclear, casi me hacen creer que es una energía limpia y segura para el planeta.

Yo no sé ustedes, pero hay días en los qué no sé ni qué pensar ni qué sentir, y en esos días lo único que me queda es aceptar mi fragilidad y tirar de mis convicciones más plenas y profundas, que son las que sé que han nacido de mi, de lo más profundo de mi ser, y no son una moda o una imposición.

Tengo una convicción desde hace años, es algo en lo que creo profundamente, los que me conocen lo saben, y es que creo en el ser humano, con sus limitaciones, defectos, miedos, etc.., pero estoy convencida de que somos capaces de crear otra forma de vivir, de relacionarnos, de producir, de ganar dinero, de acompañar y de servir, creo desde lo más hondo de mi que otro mundo es posible, que aquello que no nos gusta, que nos hace daño a nosotros y al resto de la humanidad puede cambiar, pero tenemos que creer y que luchar, y sobre todo sentir.

Quizá porque creo que otro mundo es posible, quizá porque me siento pequeña y al mismo tiempo fuerte al saberme capaz de lo mejor y de lo peor, estos días atrás me andaba preguntando sobre lo que aquí les cuento y escribo.

A mi madre, que sé que es de las que lee este rinconcito de libertad de expresión, le pregunto a veces si cree que lo que aquí transmito son teorías, imposiciones o clases de moralidad, porque si es eso lo que les llega me estoy equivocando y les pido perdón. No soy nadie para dar clases de nada, sólo intento compartirles lo que soy y lo que vivo a través de este regalo que me hicieron.

Desde lo más profundo de mi ser les pido perdón si alguna vez se sintieron juzgados por alguna de las columnas escritas por mí, pero no si se sintieron interrogados; les pido perdón si alguna vez algunas de mis palabras les ofendió, pero no si les movió en su interior; les pido perdón si me atreví a dar lecciones de algo, porque realmente lo único que puedo expresar con cierta certeza es lo que creo que ha sido mi vida hasta ahora.

Escuché hace unos días decir a un jesuita amigo, “en la realidad nos podremos encontrar… en la teoría, nunca”. Pues ojala nos hayamos encontrado tú y yo, usted y yo, alguna vez en esta columna.

Ana Vázquez Ponzone

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