[Ana Vázquez Ponzone]. Se acerca la Semana Santa, o quizá estén ya disfrutando plenamente de ella cuando lean estas páginas. Más allá de profesar una fe o no, creo que todas las religiones aportan algo a nuestras vidas porque nos hablan precisamente de ella. La Cuaresma que ahora termina para los católicos y católicas es tiempo de reforzar la fe, de ver qué nos hace daño en nuestra vida y ponerlo delante para poder afrontarlo y sanarlo como Jesús afrontó una muerte que luego generó vida.
Hoy me apetece compartirles una parte importante de mí, pues una buena parte mi vida se basa en ella. En mi viaje a Chile me uní a un grupo de jóvenes cristianos que han escrito una carta laical en la que proclamamos que la Iglesia en la que creemos la tenemos que construir entre todos y todas, porque la Iglesia somos todos y todas.
Creemos firmemente como cristianos y cristianas que la Iglesia de la que formamos parte tiene que pedir perdón por muchas cosas, y como nosotros somos parte de ella qué mejor que pedir perdón en este tiempo de revisión, al mismo tiempo que hacemos una declaración de intenciones de lo que significa para muchos y muchas ser Iglesia.
Pedimos, pido perdón por las múltiples fracturas sociales que vive nuestra sociedad, por sostenerlas y no ser capaz de encontrar nuevas formas de vivir; pido perdón por no comprender el valor de la diversidad y por no hacer que los hermanos y hermanas inmigrantes sientan esta tierra como suya.
Pedimos, pido perdón por el trato que damos a quienes han cometido delito, por no ser capaces de acompañarles en su camino; pido perdón porque a veces la organización eclesial de la Iglesia a la que pertenezco permite y protege abusos; pedimos, pido perdón por la situación de exclusión que muchos y muchas viven dentro de la Iglesia ya sea por el divorcio o por su orientación sexual. Y pido, pedimos perdón por el distanciamiento respecto a quienes profesan otras creencias religiosas.
Pero además de pedir perdón somos capaces de soñar y proponer como me gustaría y que significa la Iglesia a la que pertenezco. Buscamos vivir la vocación laical por medio del seguimiento de Jesús; buscamos la gratuidad como camino de entrega a los demás; queremos que el Evangelio sea instrumento para armar una sociedad justa, cariñosa, participativa y sustentable.
Queremos tener como prioridad acompañar a los que sufren, luchar con mayor fuerza y determinación contra las causas de la exclusión social, agradecer la sexualidad y vivirla con madurez, hacer de las diferentes formas que toma la familia un lugar privilegiado de vivencia del amor, queremos una Iglesia acogedora que invite a todos y a todas a renovarla, y soñamos con fuerza para que podamos tener una Iglesia con mayor protagonismo de la mujer en la toma de decisiones estructurales.
Con fe o sin ella y quedando mil razones más por las que pedir perdón y mucho por soñar, les deseo una buena Semana Santa y una feliz Pascua de Resurrección.
Ana Vázquez Ponzone