¿Quiénes tienen la potestad de decir lo que está bien y lo que está mal? Estamos ante una difícil coyuntura, que posiblemente, no se plantea casi nadie. Pues yo sí; es más, esta cuestiones arañan constantemente la correcta proyección para que todo funcione en el interior, en esa sección de intelecto y raciocinio que pocos usan, pero que hay quien la desgata más que otras partes.
Esta pregunta tiene una doble respuesta, la subjetiva por un lado – esta es a la que todos se acogen por ser la más fácil –, y la que intenta ser más objetiva o realista por otra. La primera posición no pensamos que tenga valor a nivel general, sino particular, con lo que, por una simple cuestión de ser prácticos, no le prestamos atención. Opiniones tenemos todos, con bases personales y fundamentadas en la trayectoria de cada uno.
Por lo tanto, decidir donde están los límites y la diferenciación de lo bueno o lo malo – y si alguien lo puede decir – tiene que estar más cerca de razones científicas que de proposiciones individuales sin fuentes fiables. Incluso en cuestiones espirituales, todo está estudiado, o casi todo. Hay quien hace de su pensamiento una teoría segura y sin fisuras; el problema está cuando su origen tiene unos principios poco realistas.
Actualmente la cultura en general, y el arte en particular están en horas bajas. Y no nos estamos refiriendo a su producción, sino a su demanda. Está claro que en un sistema donde la economía es el mayor de los problemas, un sistema político basado en el capitalismo más exacerbado y donde el alimento de nuestros propios egos es la base de nuestra sociedad, todas aquellas manifestaciones sensitivas que aportan la estabilidad personal se omiten.
Queda claro que cuando necesitamos la opinión de un especialista, recurrimos a ellos para completar nuestra información. Nadie va al médico y le advierte del diagnostico que tiene, sino que le presta la mayor de las atenciones a sus indicaciones. En la música todos tienen opinión; eso sí, con toda la subjetividad del mundo y muchas veces sin conocimiento.