La alternativa que se presenta a los onubenses que deben elegir (básicamente) entre el PP y el PSOE es sencilla: un triunfo del alcalde garantizaría un proyecto que, como está a la vista, ha transformado la capital de arriba abajo; o un relevo en la alcaldía que pondría al frente de ese proyecto a quienes lo han cuestionado ce por be durante años. ¿Qué sería de la nueva Huelva de la Isla Chica, del Ensanche, de la Gran Vía, del Parque Moret, del barrio del Matadero o del nuevo Mercado, que han sido descalificados uno a uno por la oposición del PSOE durante 16 años? ¿Aguardaría a la ciudad una política de vuelta atrás hasta reducirla a su estado antiguo? Es lo malo que tiene la oposición irreflexiva, que puede no tener vuelta atrás. El domingo, por ejemplo, la gente de Huelva tendrá que elegir entre este presente no poco esplendoroso y una vaga promesa de cambio a contrapelo, por cierto, de lo que ocurre en toda España. El PSOE no supo nunca qué hacer ante Pedro Rodríguez. Éste, en cambio, ha sabido divinamente aprovechar el vacío político de una oposición de pacotilla para acometer una transformación ciudadana nunca vista. El resto debe decidirlo en libertad la mayoría ciudadana.
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