Petronila Guerrero, la socialista que a día de hoy continúa al frente de la Diputación, es historia. Aún más cuando se ha comenzado a hablar de Pedro Jiménez, coordinador provincial de IU, como posible nuevo presidente de la Corporación Provincial. El PP le ha ofrecido su apoyo a través de un acuerdo que además contemplaría a Francisco Moro como vicepresidente. Nada más sano y recomendable que apostar por caras y políticas nuevas después de haber arrebatado los ciudadanos la mayoría absoluta al partido político que ha controlado la administración supramunicipal durante las últimas décadas. Si algo han dejado claro los onubenses es que no quieren a la señora Guerrero ni como alcaldesa –hay que tener presente que ha logrado tres mil y pico votos menos que su compañera Manuela Parralo en 2007– ni como presidenta de la Diputación. Es su doble y sonoro fracaso. Cierto que las políticas aplicadas por Rodríguez Zapatero a nivel nacional y por José Antonio Griñán a nivel andaluz no le han ayudado. Pero lo determinante ha sido que los ciudadanos han constatado que su gestión durante los últimos cuatro años ha resultado nefasta. Hueca. Vacía. Basta con recordar que, según ella misma reconoció en el último Día de la Provincia, sus mayores méritos son haber alquilado el palacete de la plaza de las Monjas y el supuesto proyecto del aeropuerto. Menudo bagaje.