Llegué tarde. Sólo cinco minutos, pero tarde. La puerta de la oficina electoral de Petronila Guerrero –ésa especie de tienda minimalista que tiene alquilada en la calle Miguel Redondo en la que se vende de todo y no se compra nada– estaba abierta. Dentro, la candidata socialista soltaba de pie ante un atril transparente algunas propuestas electorales. Son las once y cinco de la mañana. En la sala, tres cámaras de televisión, un puñado de periodistas tomando notas y, ¡sorpresa!, una ‘jartá’ de palmeros con muy poca gracia. Ahora se ha puesto de moda que las ruedas de prensa se conviertan en minimítines. Escoltando a Petronila estaban, entre otros, el delegado de Obras Públicas, Gabriel Cruz, los concejales del Ayuntamiento de Huelva Elena Tobar, José María Benabat y Maribel Franco, el ex delegado de la Junta, Antonio Ramos, y un amplio ramillete de políticos y militantes cuya única función es hacer bulto e incluso aplaudir las intervenciones de su “líder” como si se tratase del plató de Sálvame Deluxe alabando los improperios de la “princesa del pueblo”.

Nos tratan, a los periodistas, como a rameras de la información. Y nosotros ya nos lo dejamos hacer gratis. Esto de compartir una rueda de prensa con *hooligans* respetuosos, pero * hooligans* al fin y al cabo, me parece una falta de respeto. Un detalle más de desprecio. Bien deberían saber quienes confeccionan estos escenarios mediáticos que no nos pueden tratar como una parte más del público complacido que acude a la llamada del partido para hacer de estúpidos maniquíes. Y no es el PSOE el único, me dicen los compañeros. Nada más acabar su minimitin, Petronila se esconde tras un gran cartelón en donde sobresale el nombre de Huelva y los palmeros rompen filas a la espera de nueva orden. Son las once y veinticinco de la mañana. Llegué tarde. Sólo cinco minutos… pero tarde.