Hay noticias inesperadas que presentadas envueltas como un regalo provocan desconfianza. Y eso es lo que ha pasado con el anuncio de una compañía gallega de instalarse en los astilleros onubenses para reparar buques y construir catamaranes de aluminio. Ocho meses después de cerrarse definitivamente la atarazana y tras reiterados engaños y embustes por parte de la Junta de Andalucía, la buena nueva llegada de Vigo ha originado ciertas suspicacias alentadas por el propio Gobierno andaluz, que en su convocatoria de prensa se limitaba a anunciar que «los consejeros de Economí­a, Innovación y Ciencia y de Empleo informan sobre un nuevo proyecto empresarial que se desarrollará en esta provincia». Tanto secreto desde una administración pública ya evidencia una sospechosa falta de transparencia. Si a esto añadimos la pomposa puesta en escena de la Junta para dar algunos detalles de este proyecto, los reincidentes mensajes de los consejeros dirigidos a colgarse la medalla y que en la mesa casi se daban codazos para salir en la foto, no es de extrañar que más de uno ponga en cuarentena un proyecto cuya inversión prevista es una incógnita no desvelada por la propia firma viguesa.

Pero lo cierto es que la empresa, Construcciones y Transformaciones Navales (Cotnsa), y su administrador único, Urbano Alonso Fraga, gozan de buen cartel en Galicia. «Es un empresario serio, con buena reputación y muchos años de experiencia en la reparación de buques al que, además, no le gusta el papel de protagonista y siempre se ha mostrado muy discreto». Así lo
definen en su tierra donde exactamente hace un año estuvo a punto de comprar el astillero vigués MCíes, una operación que no llegó a buen puerto tras la decisión de los administradores concursales de trocear los bienes de la atarazana y sacarlo a subasta. ¿Un mal presagio? Ya veremos.

Lo cierto es que desde entonces, Urbano Alonso lleva buscando una nueva oportunidad para expandir su compañía y parece que en Huelva ha encontrado la coyuntura perfecta para abrirse a nuevos mercados. Para poner en marcha el proyecto onubense, Cotnsa sacrificará su astillero portugués ubicado en la ciudad lusa de Figuera da Foz, una decisión que se vincula con la situación especialmente delicada que atraviesa el país vecino y especialmente su sector naval abocado al cierre de las factorías. «Puede ser una válvula de escape para salir de Portugal y no ser una pieza más de un dominó que se viene abajo», comentan desde tierras gallegas.

Desde el noroeste español, el único eslabón que no encaja en esta aventura naval es el momento en el que se produce esta decisión empresarial: «Los astilleros de Vigo no tienen carga de trabajo y la situación del sector es casi dramática». El tiempo dirá, pero al menos el señor de Vigo desembarca
en Huelva con buenas referencias y un pasado marcado por años de trabajo, esfuerzo e innovación que le han permitido crecer y diversificar su compañía en un sector tremendamente competitivo.