Quiero declarar mi reconocimiento y hasta mi participación personal en actos y movilizaciones convocados por el 15M, un movimiento que ha sabido evidenciar la existencia clara de insatisfacción social ante la crisis económica y la forma en la que se ha abordado políticamente. Sin embargo, existe un empeño por parte de algunos que actúan como portavoces del movimiento por apostar por la exclusión como estrategia de trabajo, en lugar de trabajar por la unidad de acción y sumar esfuerzos para alcanzar los mismos objetivos al pronunciar su intención de desbancar a los sindicatos de clase en los comités de empresa. Con esa actitud descalificadora se cae en el sectarismo.
En mi opinión hay aspectos del 15 M preocupantes. Sentirse dueños de la verdad absoluta hasta el límite de descalificar globalmente a la clase política, sindical y hasta institucional es un profundo error que beneficia exclusivamente al neoliberalismo capitalista, el cual los quiere debilitar para acceder al control soberano de los Estados.
Especial dolor me causa las descalificaciones al movimiento sindical y a las organizaciones obreras, que han sido durante años y en solitario quienes han hecho frente a las políticas de derechas, como por ejemplo ocurrió con la manifestación contra la guerra de Irak, convocada por los sindicatos junto a decenas de colectivos sociales, las huelgas generales o la recogida de más de un millón de firmas para la Iniciativa Legislativa Popular para derogar la Reforma Laboral. Sin embargo, hay un desmedido interés de responsabilizarlos de las acciones de los gobiernos o legislativas, cuando los sindicatos están para defender únicamente a la clase trabajadora.
Por lo tanto, es una falacia mal intencionada pretender institucionalizar una crítica generalizada como si los sindicatos mayoritarios formaran parte de la clase política y y viviera al margen de la gente y de lo que representan, cuando su representatividad sale de los centros de trabajo, no sólo de las elecciones sindicales, sino del trabajo permanente al lado de sus electores quienes los evalúan diariamente por sus actuaciones.
Me causa indignación cómo algunos portavoces del 15 M no sólo hacen crítica antisindical contra el movimiento obrero organizado, sino que pretenden ocupar espacios de representación que legítima y legalmente corresponden a los sindicatos. Así, hemos visto cómo ha planteado la convocatoria de una huelga general al margen de los sindicatos mayoritarios. O cómo José Tomás Cruz Varela, supuesto portavoz del 15M en Huelva, firma artículos de opinión bajo el título ‘Sindicatos y Plataforma 15M’ que plantea el descrédito indiscriminado sin más de los sindicatos de clase; que propone presentarse en las elecciones sindicales para desbancar a UGT y CCOO y romper así con la unidad de acción; y cómo utiliza la desinformación sistemática e interesada, hablando de subvenciones, de la escasa tasa de afiliación sindical o de la desvinculación de los liberados sindicales con las empresas. En definitiva, da muestra de un desalentador y sesgado desconocimiento de la vida sindical.
A José Tomás, supuesto portavoz del 15M en Huelva, le hago un llamamiento a la confluencia de intereses, a la conformación de alianzas estratégicas donde la autónoma, el respeto y el reconocimiento de las diversas entidades sean un valor para sumar esfuerzos que posibiliten derrocar a la imposición de los mercados y podamos dibujar el horizonte de la justicia social.
Jorge Puente. Secretario general de UGT Huelva