(Texto: JAVIER GARCÍA BAQUERO. www.ambitotoros. blogspot.com) Las Colombinas se privilegian con una de las ocho actuaciones del genio de Galapagar tras su reaparición en Valencia. José Tomás excede por inundación cualquier calificativo aplicable al resto de semidioses que componen el escalafón taurino. Su presencia en los carteles sublima el espectáculo de la fiesta brava a categoría de acontecimiento histórico. A priori supera la expectativas de las empresas en cuanto al aforo de las plazas y a posteriori, por definición, colma por exceso las más altas de las esperanzas del tomista, deja sin argumentos al purista, satisface al tomasista y congrega al neutral e incluso al antitaurino a través de unos medios de comunicación que saben que la verdad vende… y José Tomás es la más auténtica de las verdades en este mundo de mentiras en forma de realidades virtuales de inicios del XXI.
Cualquier hombre que se pone delante de un toro bravo, con intenciones de crear arte eterno a base de embroques mágicos, tiene el respeto y la admiración del común de los mortales, que nos limitamos a ver los toros desde la barrera. La estética que nace del toro engancha por sí misma al espectador sin necesidad de que este esté introducido en los arcanos del arte de Cúchares. La ética de asumir el riesgo hasta el límite del ascetismo que practica el torero más espiritual de las últimas décadas apasiona al amplio espectro que va desde el forofo hasta el intelectual, unos para amarlo, otros para denostarlo.
La presencia del personaje en los carteles de Colombinas hará de Huelva el teatro del mundo en estos días. Ya se ven por la Vega Alta los reventas de este patio de Monipodio en que se convierte el mundo que rodea la tauromaquia: marqueses, toreros, modernos, culturetas, jetas de la cajatonta, políticos corruptos, y hasta alguno honrado, invitados de piedra, convidados de la mangoleta, sobrecogedores de la chusma, miembros del siete de incógnito, señores de Toledo, carteristas, putas, señoras, yuppies (¿pero quedan yuppies?), trepas, sabios y al fin, no lo duden, gentes que quieren dos horas de emoción.
Eso supone en lo anímico la presencia de José Tomás, pero en lo más prosaico poner en el mapa del mundo Huelva es una plusvalía de incalculable valor. El profesor de Economía de la Universidad de Extremadura Juan Medina acredita que la presencia de Tomás en Huelva provocará un flujo económico superior a los tres millones euros. Hoteles, transportes, restaurantes, todo Huelva y su entorno se beneficiarán de la presencia del torero en nuestra feria.
El resto del escalafón mira con reservas de esta especie de hijo pródigo que torea donde decide, que manda en el campo bravo y quita y pone ganaderías al socaire de sus impresiones, que se acartela con una vieja gloria y el que menos moleste por abajo. Sí, molesta, a los que tiran del carro en las ferias que articulan la temporada, pero estos mismos se benefician del tirón taquillero y mediático; sí, molesta a los empresarios del orbe taurino negociar con un extrataurino como el apoderado del monstruo, el periodista catalán salvador Boix; sí, molesta, pero buscan su firma salvadora en el contrato que les arregla la feria; sí, molesta en las ganaderías señeras y aristocráticas del campo bravo, pero le buscan para ofrecerle tentaderos y toros y prebendas y el ojo moreno si lo quisiera.
Y todo porque cada tarde en que José Tomás hace el paseíllo pasan cosas, de la tragedia a la estética, del escándalo a la verdad, pasando siempre por el compromiso ético con el íntimo reto de un hombre que se empeña en crear arte con una flámula delante de un animal único y bravo.
Por eso yo sé que cada de ustedes será uno de los 10.000 de los que se sienten en las gradas de la Merced o del millón que se quedará en casa soñando con la verdad torera de José Tomás.
Y junto a José Tomás, el 3 de Agosto, estará un onubense que tendrá la mejor oportunidad de su vida para demostrar todo lo que vale, Emilio Silvera; en su tierra, con su gente y ante la mirada del mostruo José Tomás