Dos consejeros más que se marchan y ya sólo queda una, Susana Duque, Vicente Quiles, que no sé si es consejero, asesor deportivo o vaya usted a saber, y el presidente De la Corte. Ya son cuatro consejeros de los uruguayos y tres del anterior consejo. Mayoría absoluta para decidir. La dimisión ayer de los dos consejeros podría precipitar los acontecimientos. Si hace unos días dije que José Miguel de la Corte acabaría su mandado hasta la venta final del 60% de las acciones, hoy intuyo otra cosa. El presidente había seguido en el cargo por petición del alcalde hasta acabar el proceso, pero al quedarse solo creo que no tardará en presentar la dimisión. Se trata de una opinión y no de una información. Y es que es algo que entendería, porque al verse en solitario, con qué ilusión trabajaría de ahora en adelante. Sus gestiones, pocas o muchas, irían en beneficio del que podría ser el nuevo dueño del club.
No descarten que en los próximos días veamos a un nuevo presidente en el Recreativo, dado que el concurso público de la venta de las acciones no llegará hasta principio de enero.
Que no hay química entre los nuevos consejeros y los antiguos, es algo que ha quedado patente con las dos dimisiones de ayer y las que se produjeron hace un mes. La vía de urgencia que utilizó el alcalde para poner el millón de euros de la ampliación de capital, no ha sido dócil para nadie. Las discrepancias se abrieron desde el minuto uno, y hasta la prorroga, el cambio burocrático será traumático.
Yo vuelvo a insistir que la intuición me lleva a decir que De la Corte no estará como presidente hasta enero por mucha palabra que le haya dado al alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez.
La paciencia tiene un límite. La presión familiar y la dignidad podrían tener mucha fuerza para una inmediata decisión del mandatario. La patata caliente sigue en manos del alcalde que tendrá que buscar al enésimo presidente si De la Corte decide marcharse.
En el banquillo espera Francisco Mendoza, si bien tras su marcha jamás ha sido llamado por el alcalde para preguntarle ni tan siquiera por su salud. Para mí sería tirar de rostro duro, pedirle Mendoza que volviera al club si Pedro Rodríguez se viera con la soga al cuello.