La patronal agraria Asaja asegura que «no está sorprendida por la ya casi tradicional sarta de falacias, como siempre provenientes de suelo galo, que cada comienzo de campaña lanza alguna entidad revestida de independencia y amor al prójimo con el único objetivo de desprestigiar a los primeros productores de fresa de toda Europa». Asaja «entiende el nerviosismo de los franceses ante la próxima votación en el Parlamento Europeo del acuerdo con Marruecos, debido a que la mayor parte de las producciones del país alauita son de capital francés».
La patronal agraria entiende que «con una considerable falta de imaginación, datos obsoletos (hace cuatro años que no se realiza proceso de selección alguno en Marruecos) y poca claridad tanto de argumentos como de objetivos, Francia lanza un año más el tradicional ataque de principio de campaña hacia las producciones freseras del sur de España, más concretamente, las de Huelva, primera productora europea de fresas y otros pequeños frutos y principal competidora de los productores galos». En esta ocasión, la mano ejecutora ha sido la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), una organización presuntamente independiente que dedica su actividad a denunciar situaciones supuestamente contrarias a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La FIDH ha publicado un informe de 44 páginas en las que critica de un modo un tanto insustancial y, entre otras cosas, el sistema de contratación en origen de trabajadores extranjeros, un sistema, por otro lado, prácticamente abandonado ya debido a la situación económica y de desempleo imperante en España. El documento se para en los criterios de selección de los empleados y la política migratoria de la Unión Europea y en especial de España, pero por lo demás, no abunda ni aporta pruebas de por qué lo que ellos llaman “modelo de migración circular” incurre en una “violación” a los derechos humanos. Eso sí, el tono empleado es en todo momento despectivo, incluso cuando señalan las virtudes de la producción onubense, como puede comprobarse en la siguiente frase: “Los productores de fresas de Huelva se jactan de poder producir más del 70% de sus fresas en agricultura integrada, una norma de la Junta de Andalucía (…)” (Pág. 10).
En todo caso, Asaja-Huelva no tiene interés en profundizar un año más en las argucias utilizadas por los franceses para perjudicar a sus mayores competidores en la producción de fresas justo al inicio de campaña, como suelen hacer, aunque lamenta admitir que cada vez están más faltos de imaginación y son más chapuceros (el informe no aporta ninguna prueba al margen de un contrato y un compromiso de retorno al país de origen, tal y como dicta la Ley española, y se basta únicamente en supuestos testimonios).
Porque, puestos a hacer campañas de desprestigio, deberían buscar organizaciones que disimulen un poco mejor sus vínculos. Aunque Asaja-Huelva es consciente de que la independencia absoluta no existe, tampoco ve muy inteligente que la FIDH, que como admite en su página Web hunde sus raíces en Francia y Alemania, declare tan fresca en el propio informe al que nos referimos en esta nota que “la misión de la FIDH se desarrolló en parte en el ámbito de su cooperación con el grupo de la gran distribución Carrefour”, obviamente francés como todo el mundo sabe y que “desde el 2000, Carrefour y la FIDH desarrollan un acuerdo de cooperación en aras del respeto de los Derechos Humanos a lo largo de la cadena de suministro del grupo”. El ejemplo es lo suficientemente ilustrativo, pero además, es obvio que dos de los tres enviados a Huelva –siempre presuntamente-, en mayo de 2011 en esta “misión” tienen nacionalidad francesa y marroquí. Obviamente, la elección de los ‘investigadores’ no es precisamente muestra de independencia y objetividad. Pero además, Asaja-Huelva no ha recibido visita ni llamada alguna por parte de las tres personas mencionadas (cuando en el informe se dice que “no pudieron entrevistarse con…”).
Dicho esto, a Asaja-Huelva le resta poco que indicar, excepto lamentar el hecho de que Francia vuelva a usar métodos tan marrulleros para ganar cuota de mercado demostrando que no pueden hacerlo con sus producciones, y que demuestren, además, su nerviosismo por el pendiente acuerdo agrícola entre la UE y Marruecos, país este último donde la mayor parte de las producciones hortofrutícolas son de capital francés y que, dicho sea de paso, no es precisamente ejemplo de buen hacer en materia de calidad, seguridad alimentaria o, ya que estamos en el tema, respeto a los derechos laborales o humanos.