El levantamiento del secreto del sumario sobre la desaparición de los niños Ruth y José comienza a arrojar nuevos datos sobre la investigación y también pone de manifiesto nuevas dudas y contradicciones en la versión del padre, José Bretón. Distintas informaciones apuntan a la existencia de un testigo que asegura haberlo visto por la mañana en la finca de las Quemadillas, cuando él asegura que estaba en casa de su hermana. Por otra parte, cámaras de seguridad junto al Parque Cruz Conde recogen la llegada del coche en el que supuestamente Bretón llevó a los niños a jugar cuatro minutos antes de una llamada en la que anunciaba su pérdida.
A todo esto se une la frialdad y la despreocupación con la que los policías describen a Bretón durante el primer rastrero en la finca de Las Quemadillas.
Según el relato que cuenta el diario ABC de Córdoba, los policías que acompañaban a José Bretón la noche el 18 de octubre, en la que lo detuvieron, no daban crédito a la actitud que mantuvo. Mientras los perros husmeaban cada palmo de la finca familiar de Las Quemadas y el georradar peinaba el terreno, él se mostraba relajado y lenguaraz. Fueron muchas horas y hubo tiempo para confidencias. En una de ellas, Bretón se jactó de sus hazañas sexuales con una prostituta, cuyos servicios había contratado días antes de la desaparición de Ruth y José. Les contó que se había pasado por el «PK2», un club de alterne situado en la calle Gabriel Ramos Bejarno, también en el polígono de Las Quemadas, según ha podido saber ABC.
El amantísimo padre no ahorró detalles sobre la chica rumana con la que había pasado el rato, en qué había consistido el servicio y cuánto le había costado. Eso sí, resaltó que ya se había separado de Ruth Ortiz —la madre de los niños— cuando acudió al local. Los agentes escuchaban sorprendidos por la frialdad del detenido. «Él estaba seguro de que no íbamos a encontrar a las criaturas. La búsqueda no le afectaba en absoluto», señalan fuentes del caso.
El relato pormenorizado del escarceo sexual fue el detalle más llamativo de esa noche, pero no el único. Bretón estaba muy preocupado porque no quería perderse el partido de fútbol que retransmitían y ofreció a los agentes cena en su finca —«no se preocupen tengo muchas latas»—.
Aún tuvo otra salida que descolocó a los investigadores. En un momento de la noche se metió en la casa de la finca y les dijo que iba a buscar una radio porque estaba aburrido. «Voy a por un disco de sevillanas que me gusta mucho», les soltó. Finalmente, no lo puso. «Esa música me trae malos recuerdos», les dijo.
La próxima semana volverá a declarar ante el juez instructor. Un testigo sitúa a Bretón a las 11.15 de la mañana en que desaparecieron los pequeños junto a la finca, hora a la que él asegura que estaba en casa de su hermana con sus hijos y sus sobrinos. Diez minutos antes, una cámara de seguridad grabó un coche idéntico al de su hermana (solo hay seis iguales en Córdoba) estacionando a 20 metros de la entrada de la finca. Un hombre, vestido como Bretón, se bajó de él y regresó a los 10 minutos. El imputado asegura que no estuvo esa mañana en Las Quemadas.