No hay duda de que a Chamizo no le falta razón al decir a los parlamentarios andaluces que la gente está ‘hasta el gorro’ de ellos, o sea, de los políticos. Lo sabemos, lo sentimos, lo escuchamos en las calles y en cualquier lugar en el que los ciudadanos hablan de la actual situación. No es sólo el abuso que supone la cantidad de políticos, de cargos de confianza, de asesores y de otros gastos en recursos humanos que nuestras administraciones más que duplicadas poseen, sino la desfachatez con la que tantos administradores han llevado a sus familiares y amigos a empresas públicas, a agencias del tipo que sea y a otras entidades públicas o contratadas. Andalucía es un claro ejemplo de la situación, pero el mal está más que generalizado.
Si he defendido a través del tiempo que el sistema (el régimen) es corruptible y está corrompido, es porque es algo más que evidente y conocemos noticias días sí y día también. Pensar que desde esa misma telaraña de poder llegue la solución, no deja de ser una entelequia porque, hasta aquí, el legislador no ha dispuesto medidas que hagan difícil el mal uso del dinero público por parte del responsable político y, mucho menos, su persecución una vez cometido el quebrantamiento de la confianza social y de esa legalidad.
La desaparición voluntaria de las últimas cortes franquistas no pudo ser simple altruismo ni cheque en blanco. Aquellos representantes de los tercios del régimen ilegítimo se fueron con la seguridad de que lo que había sido un sistema personalista del general Franco y en el que el Movimiento era núcleo esencial, no desaparecía plenamente, sino más bien se reformaba. Sabemos cuántos miembros de aquel Movimiento (falangistas nacional sindicalistas y otros), pasaron a las organizaciones políticas emergentes y cómo han venido ocupando las alcaldías y otros cargos a lo largo del período posfranquista en las filas de los partidos mayoritarios.
La constitución del 78 es fruto del pacto entre el sistema que cedía y el que llegaba, entre los representantes reformistas del primero y los miembros de la oposición que cedió ante aquel reformismo. Ahí vinieron las ambigüedades, la consagración sin debate de la monarquía que Franco había impuesto, las dificultades del título octavo que iba dejando el desarrollo autonómico a la deriva y sin clara conclusión y, desde luego, la posibilidad de que los políticos pudieran legislar sin control de sus propios actos.
Por otra parte, la desembocadura de aquella nueva ‘Restauración’ fue la oligarquía partidista, según la cual la soberanía la ejercen los líderes de los partidos mayoritarios. En el Parlamento no existe un debate real que pueda promover cambios desde la misma sociedad, lo que además está impedido por la ausencia de listas abiertas y la imposibilidad de que surjan formaciones alternativas capaces de participar en ese debate conducente a transformaciones reales en el Estado. ¡Cómo no va a estar la población hasta el gorro de sus políticos! Dichos políticos se han convertido en hombres y mujeres que hacen de la política una profesión con la que ganarse la vida fácilmente, por lo general remunerados en exceso y que olvidan las necesidades de los ciudadanos de quienes viven tan plácidamente.
2 comentarios en «EL LABERINTO
Hasta el gorro
[Javier Berrio]»
Más o menos agroso modo es lo que está pasando, en España y en el Mundo.El poder no quiere ni va a dejar que le blanqueen los sepulcros.
¡Animo! A todos los que, cómo Volter piensan y discurren.
Quisiera hacer un comentario sobre las legitimidades o no del Régimen del General Franco: En primer lugar, hay que tomar como última referencia como un Estado de Derecho que si no estoy mal informado, estaba legalmente conformado como Reino de España, siendo la figura del Rey, en este caso D. Alfonso XIII, el Jefe del Estado, en una Monarquía Parlamentaria, incluso durante el periodo de la Dictadura del General Primo de Rivera (por orden del propio Rey D. Alfonso XIII). Después de este periodo de Dictadura (unos 10 años aprox.) se vuelve a la situación, digamos normalizada (libertad de todos los partidos, actos políticos, elecciones de Diputados a Cortes, etc,), hasta que en las elecciones a Alcaldías ¡Ojo! repito: SOLO ELECCIONES A ALCALDIAS, ganan en las capitales de provincia y grandes poblaciones, las candidaturas de derecha. Las candidaturas de izquierda, ganan en todas las zonas rurales. El Rey interpreta que el pueblo español, no lo quiero como Jefe de Estado, y decide dejar la «VACANTE» muy vacante, se arruga el Personaje, abandona el País y todos los partidos de izquierda se manifiestan en grandes mítines y algaradas festivas callejeras. NO SE CONVOCA NI UN REFERENDUM NI NADA QUE SE LE PAREZCA, y la izquierda (Frente Popular) autoproclama la II República. No tiene por tanto tampoco un origen LEGITIMO esta II República. Como tampoco tuvieron un origen legítimo las muchas cosas que sucedieron desde Isabel II, la i República de 4 Presidentes en un año, la instauración de la Corona en Amadeo de Saboya (que no era ni hablaba español)ni la propuesta de Cánova de la vuelta del hijo de Isabel II, D. Alfonso XII, como nuevo Rey de España por la Reinstauración (que tampoco participa el pueblo español) y así nos van las cosas. ¿Usted no cree que si apareciera una mano Santa y Sabia, que fuera capaz de llevar medianamente bien España durante 20 años? ¿Dígame Usted?