Este lunes se cumple un año de la muerte de Fernando Infante. Y raro es el día en que no me acuerdo de él. Nuestra relación no era vieja en el tiempo. Se remontaba a pocos años. Al momento en que decidió meterse en política a través de UPyD, el partido de Rosa Díez. Precisamente fue con ocasión de la presencia de esta señora en la tribuna de las Charlas en El Mundo cuando establecimos nuestro primer contacto. Y recuerdo que no fue muy afortunado. Tuvimos nuestros más y nuestros menos a cuenta de una entrevista. Pero después hubo otros muchos encuentros. Y poco a poco Fernando Infante se convirtió en una constante en mi vida profesional. En mis tertulias radiofónicas, en los programas de televisión, en El Mundo Huelva Noticias y más tarde en HuelvaYa.es.
Fernando aportaba cordura, razón, lógica, datos, concienzudos análisis y, sobre todo, buen rollo. Era un hombre positivo y alegre. Al que siempre se recibía con una sonrisa en los labios que invariablemente obtenía como respuesta un comentario distendido. Simpático. Aún recuerdo -creo que no me he reído más en vida, al menos no en los últimos años- el programa de ‘La Lupa’ en que nos dio un ataque de risa -literal- a Fernando, a Javier Berrio y a mi mientras comentábamos la foto publicada en la portada de El Mundo en la que se veía a la entonces consejera de Agricultura de la Junta comiéndose un gran pepino andaluz -entero y sin pelar- para demostrar que no era portador de la famosa bacteria E. Coli. Todavía me río cuando se me viene a la mente la situación. No puedo evitarlo.
En no pocas ocasiones, cuando tengo una duda legal, algo que me ocurre con frecuencia, me descubro con el teléfono en la mano y pensando en Fernando Infante. Porque a Fernando se le podía molestar a cualquier hora, en cualquier situación. Y siempre te daba una respuesta, un consejo. Y reconozco que más de una vez evitó que me metiera en jardines que me hubieran supuesto problemas y tensiones. Más problemas y tensiones. De modo que no era un kamikaze. Era un hombre que miraba los pros y contras. Coherente. Y profundamente amante de la legalidad.
Fue el Fernando Infante que yo conocí y admiré. El Fernando Infante que podría haber desarrollado una brillante carrera política. El Fernando Infante que conectaba con la gente, con los onubenses, que sabía transmitir sus opiniones y que era capaz de decir al pan pan y al vino vino. Y hacerlo sin acritud. Con esa normalidad y sencillez que tanto se echa en falta -o al menos yo la echo- en nuestra clase dirigente. Hoy, un año después de su muerte, vuelvo a quitarme el sombrero. Chapeau, Fernando.
1 comentario en «CALLE PUERTO
Un año sin Fernando Infante.
[Rafael Pérez Unquiles]»
Me uno, Rafael, al recuerdo. La pérdida de un hombre como Fernando Infante se deja notar. En todos los aspectos. Sin embargo, aunque sea su memoria, no nos ha abandonado.