Iniciaba relaciones con sus subordinadas apelando a la confianza mutua y acababa por convertir sus vidas en una pesadilla, acosándolas sexualmente sin descanso y amenazándolas con ponerlas de patitas en la calle si rompían un pacto de silencio impuesto por él, el jefe, según relata Rosa Font en el diario ABC y en www.pagina3huelva.es.
Cerca de dos años después de llegaran las primeras denuncias a manos de la Policía Nacional, el Juzgado de Instrucción 4 de Huelva –encargado de la causa- da por cerrada la investigación contra el director de la compañía Norte Hispania en la provincia de Huelva, C.M.R., y la eleva a la Audiencia para enjuiciarlo.
El instructor considera indiciariamente acreditado que el imputado se prevalió de su condición de director de la firma de seguros para coaccionar a diversas trabajadoras de la empresa, ofreciéndoles en algunos momentos promoción profesional a cambio de mantener relaciones sexuales. En todos los casos denunciados, las intimidaba con la posible pérdida de su empleo si no accedían a sus deseos, y con la imposibilidad de volver a trabajar no ya en la compañía el procesado dirigía, sino en cualquier aseguradora del ramo. Incluso llegó a amenazar a las mujeres con causarles algún mal a ellas o a sus familias en caso de no atender a sus peticiones.
Según el auto de procesamiento dictado por el Instrucción 4 contra C.M.R., al que ha tenido acceso ABC, se le cargan seis presuntos delitos continuados de acoso sexual agravado, otros seis de amenazas continuadas, cinco supuestos delitos de violación -tres de ellos consumados y dos de ellos intentados-, además de un supuesto de descubrimiento y revelación de secretos, con agravante de afectar a la vida sexual y otro de obstrucción a la Justicia.
«Los indicios de la existencia de los citados ilícitos son contundentes. Nada menos que seis empleadas, que han trabajado en distinto tiempo en la empresa, que son de edades diferentes y que presentan rasgos de la personalidad diferenciados, presentaron denuncias narrando un modus operandi absolutamente coincidente hasta en los más pequeños (y escabrosos) detalles», afirma el instructor, Javier Pérez Minaya en el auto de procesamiento.
El patrón de conducta del procesado era similar en todos los casos. En su condición de jefe, obligaba a sus subordinadas a quedarse más tiempo en las oficinas o las citaba por la tarde. En una ocasión, mientras una de las trabajadoras se encontraba sola en su despacho, el procesado entró, cerró la puerta con pestillo, bajó las persianas y se abalanzó sobre la mujer, «agarrándola por sus brazos, besándola, tocándole los pechos y sus genitales mientras se sacaba el pene de su pantalón con el objeto de penetrarla», se afirma en el auto. La mujer consiguió liberarse y salió corriendo a la calle, al tiempo que su jefe le advertía –según la denuncia- «yo te prometo que como digas algo, matarte a ti son trescientos euros».
Esta misma situación se repitió con otras víctimas, a las que supuestamente perseguía y acorralaba cuando estaban solas, llegando a romperles la ropa en algún caso y a grabarlas con una cámara que tenía en un reloj de pulsera, utilizando posteriormente las imágenes para chantajearlas. C.M.R. tanteaba a sus trabajadoras ofreciéndoles expectativas de mejora profesional siempre que mantuvieran relaciones sexuales con él.