De pequeña jugaba al baloncesto. Cuando tienes once o doce años, tu pueblo es tu país y sus límites la frontera hacía el extranjero. Aún no se tienen ni los años ni el bagaje suficientes para entender que el mundo es más ancho que las calles de tu pueblo. Recuerdo que jugábamos con niñas de otras poblaciones. Las salidas de La Palma del Condado, eran una oportunidad para abrir mis ojos de niña a las maravillas de lo desconocido, a otras plazas, otras torres con campanario, todas me parecían peores que la mía, distintos modos de hablar, ritmos y costumbres. Lo desconocido. Hace treinta años los coches y las carreteras no nos unían de forma tan trivial. Salir era un acto aventurero y todo parecía mucho más lejos y más cuando el terreno era abrupto. Por eso pese a la vecindad, nunca había estado en Valverde del Camino, pero sí había oído hablar de sus míticos botos y sus muebles artesanos. Un pueblo laborioso y emprendedor.
Ya no recuerdo si ganamos o perdimos aquel partido andevaleño, pero sí hay algo que no se me ha olvidado, la personalidad de aquellas niñas valverdeñas que defendieron con pasión los colores de su equipo. Yo no entendía entonces de feminismo, ni en aquellos años se hablaba de lenguaje de género, número, cuotas o porcentajes. Simplemente sentí que si había una forma poderosa y libre de ser mujer, era la de aquellas niñas. Siempre admiré a las mujeres de Valverde.
Antes de la Navidad de 2010, Loles López entró por la puerta de mi estudio para que la asesorara en la campaña electoral del Partido Popular de Valverde. Ya sabía que me iba a encontrar con una auténtica Mujer, lo que no sabía es que también fue jugadora de baloncesto. Casualidad. Hola corazón, me dijo, y entonces pareció que su largo y delgado cuerpo de más de metro ochenta se reducía para hacerse cómplice y cercana, una de las cualidades de Loles. Venía con ella su mano derecha política, y a la vez su amigo y apoyo incondicional, José Domingo Doblado. Yo le pregunté esas cosas que los profesionales precisamos para conocer a la persona y al personaje: cómo veía su pueblo, cuáles eran sus fortalezas y sus debilidades, qué quería conseguir… comenzó a hablar mientras sus ojos espabilados y sin perder de vista los míos, se tornaban poco a poco brillantes mientras contestaba a mi interrogatorio (no es textual): mi pueblo es complicado porque es muy de izquierdas, y hace 30 años que gobiernan los mismos. Eso a mi no me importa, mis mejores amigas son de izquierdas, lo que sí me hiere es que no puedan venir a mis mítines por miedo a perder sus trabajos, lo que me angustia es que mi padre y mis hermanos sufran a diario el boicot y el acoso en su empresa sólo porque pensamos distinto. Lo que me duele es que la gente quiera y no se atreva a cambiar. Eso me duele: el miedo de Valverde, que se conforme y no sea libre… sonrió para cortar la gravedad de sus palabras y añadió: …y para eso estoy aquí “cari”, a ver que podemos hacer porque yo no quiero ver así a mi pueblo.
Loles es así, un ciclón de sinceridad y de verdad. Es la que da el primer paso para que los demás lo den junto a ella. Una líder natural. Cree firmemente que todo es posible si se ponen las suficientes ganas. Nació en una familia de padres sencillos y trabajadores, de esos que anhelan que sus hijos sean más felices y mejores que ellos y son capaces de morir un poquito todos los días porque tengan las oportunidades que ellos nunca tuvieron. Loles las tuvo y las aprovechó. Estudió Derecho en Huelva y salió de las fronteras de su pueblo para poder verlo con más perspectiva. Y lo vio claro, tanto como nadie alcanzó a ver. Valverde necesitaba despertar de la apatía, la resignación y el miedo a perder la migaja repartida durante 30 años a cambio de seguir “Por el camino seguro”. Una Andalucía en pequeñito.
La “L” señalada con el dedo índice y pulgar, se convirtió en el símbolo de la adhesión a la causa de Loles, una propuesta de futuro y libertad. Toda su gente de Valverde, de izquierdas o derecha, rompió las ataduras y explosionó con la ilusión de recuperar el pulso de un pueblo que ya no era capaz de reconocerse, y que quería retornar a aquella ciudad emprendedora, valiente y decidida. El día en el que Loles levantó el Bastón de Mando que le entregó la mayoría aplastante e incontestable de los valverdeños, había tanta VERDAD en aquella conquista conjunta, que el corazón de su padre no pudo soportar la emoción y falleció en aquel mismo momento de un infarto fulminante. El día más feliz de su vida se convirtió también en el más amargo. Paradojas de la vida: se llora de alegría y también se puede morir de felicidad plena. ¿No es la plenitud esa forma de perpetuarse como padre?.
Quien conoce a Loles no puede admitir que digan delante suya que todos los políticos son iguales. Su equipo es una familia que vive sólo para sacar a Valverde de la mayor deuda que ha soportado ciudad alguna en la España que vive la crisis más profunda de la democracia. Da envidia sana ver como se respetan y se quieren, la siguen y la miman. Se la ha visto pintando la fachada del cementerio, limpiando un parque o recogiendo basuras en cualquier cuneta, y siempre con un ejército de entregados vecinos. Lo mismo saca los colores a los Consejeros en el Parlamento Andaluz, con su palabra contundente y sin florituras, que se compromete a cualquier pequeña causa que la reclame.
Esta es Loles López, la MUJER que viene a la Secretaria General del Partido Popular de Andalucía, sin tener que medrar, ni trepar, ni exigir cuotas. Esta es la Juana de Arco de Andalucía, y ya sabe como conquistarla porque lo ha hecho en pequeñito. Llega la fuerza de la Verdad.