El colesterol, pese a su mala fama, es una sustancia necesaria para que nuestro cuerpo funcione correctamente: es el encargado de producir ciertas hormonas, ayuda en la formación de la bilis y la vitamina D y cumple una labor fundamental en el mantenimiento de la estructura celular del organismo. Eso sí, en su justa medida.
Lo que se conoce popularmente como colesterol ‘malo’ (LDL), es el que se deposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma, debe estar por debajo de los 100 mg/dl; y el ‘bueno’ (HDL), que transporta el exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido, por encima de los 35mg/dl en el caso de los hombres y de los 40 mg/dl en las mujeres. En general, se considera que una persona tiene hipercolesterolemia si los valores de colesterol son superiores a 200 mg/dl, pero no se trata de una fórmula universal.
En cualquier caso, si nuestro médico nos indica que padecemos colesterol será imprescindible que realicemos algunos cambios en nuestra dieta y hábitos de vida:
1. Olvida las carnes rojas, los embutidos, la mantequilla, la bollería y las salsas industriales.
2. Potencia el consumo de frutas, verduras, pescados azules, carnes magras y frutos secos, así como de lácteos desnatados o semidesnatados.
3. Prepara los alimentos al horno, a la plancha, a la parrilla, al microondas, asados o al vapor. En caso de cocinar con aceite, utiliza aceite de oliva.
4. Bebe mucha agua y evita el consumo de alcohol y de bebidas azucaradas.
5. Complementa tu dieta con productos enriquecidos con omega 3 o con esteroles vegetales.