‘Alguien dice tu nombre’, la nueva obra de Luis García Montero –tercera novela de su trayectoria literaria–, que ahora publica Alfaguara y con la que vuelve a demostrar sus excelentes dotes narrativas quien es considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, es una novela costumbrista e íntima, que relata una historia de amor e iniciación a la vida adulta –y el compromiso que es necesario adquirir entonces–, ambientada en el verano granadino de 1963.
Una novela en la que brillan las marcas del talento de García Montero: reflexión, compromiso y una prosa cálida y tierna; donde el autor relata, a modo de diario –o, para ser exactos, de cuaderno de prácticas de un aspirante a escritor–, los tres meses de verano de León Egea –una época que cambiará para siempre la vida de este joven estudiante de Filosofía y Letras– y su relación con el mundo que le rodea, con el tiempo que le ha tocado vivir, con una mujer mucho mayor que él, con Granada –su ciudad de adopción– y con la literatura –un arte que a él se le antoja la mejor forma de rebelarse contra las injusticias, que le sirve para ajustar cuentas y que es también su consuelo y su tabla de salvación–.
Magistralmente escrita, ‘Alguien dice tu nombre’ es una novela sencilla –que a menudo suena a poema y que se presenta sin aparentes pretensiones en la trama, algo que desmiente un prodigioso e inesperado final–, hermosa y necesaria para quienes admiran la obra de Luis García Montero.
Sinopsis
“Contaré las aventuras y desventuras de un futuro escritor en este verano seco, caluroso, paleolítico y desatinado de mil novecientos sesenta y tres.”
En el verano de 1963, mientras España se muestra triste, espesa y encogida, el joven aspirante a escritor, León Egea, acepta un trabajo temporal como vendedor de enciclopedias en la delegación provincial de Granada de la Editorial Universo. Acaba de terminar el primer curso de Filosofía y Letras y, durante las vacaciones de verano, no quiere volver al ambiente claustrofóbico de su pueblo, Villatoga, donde se ha enfrentado al hijo del alcalde y se ha ganado la animadversión de muchos de sus ilustres.
Recomendado para el trabajo por su profesor de Literatura, a quien admira y con quien mantiene una cierta amistad, el joven estudiante de diecinueve años decide dejar constancia en un diario de su primera experiencia laboral. Y así empieza a trabajar –y a aprender de la vida– mientras escribe en su cuaderno los acontecimientos que se suceden durante ese primer verano en la ciudad, como forma de experimentar con la literatura y de poner en práctica los conocimientos aprendidos de su maestro en la Universidad.
No puede imaginar León, los primeros días de su trabajo en la editorial, que ese verano del 63 cambiará su vida para siempre. Entonces conocerá a Vicente Fernández, su compañero en la editorial –un hombre insignificante del que tendrá mucho que aprender–, y se enamorará de una bella e inevitable mujer, Consuelo Astorga, secretaria de la editorial, diecisiete años mayor que él. Y también será entonces cuando, mientras la ciudad parece detenida en un seco verano y en un pasado demasiado gris, el joven y rebelde León Egea tendrá que apostar por su futuro y decidir.
Porque el porvenir no lleva otro nombre que el del compromiso y todo, como en las páginas de la enciclopedia que León aprende a vender, todo empieza con el nombre.