Los periodistas de investigación Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta publicaban el 20 de mayo el libro ‘La intocable. Cristina, la infanta que llevó la corona al abismo’, el mismo día en que la Agencia Tributaria remitía un informe al juez del caso Nóos, José Castro, en el que reiteraba que aprecia dos supuestos delitos fiscales de Iñaki Urdangarin en los años 2007 y 2008, hechos en los que se apoyará el magistrado para sustentar la imputación del duque por delito fiscal y decidir si mantiene la imputación de la infanta Cristina o la rechaza, lo que demostraría el acierto del título de esta nueva obra editada por La Esfera de los Libros.
Al príncipe se le exige que se case bien, sea honrado, tenga empatía con la ciudadanía y esté bien preparado. A las infantas solo que se casen bien y permanezcan en un segundo plano. A la vista está que Cristina Federica de Borbón y Grecia matrimonió peor que mal y ha protagonizado el mayor escándalo de la familia real en casi cuarenta años de juancarlismo. La intocable narra con precisión de cirujano y un estilo periodístico directo algunos hechos conocidos, desvela la operación secreta diseñada en los albores de 2012 en La Zarzuela para establecer un cortafuegos procesal en torno a la hija menor del monarca y explica cómo manejan el asunto las grandes víctimas colaterales, don Felipe y doña Letizia, que se refieren al ‘caso Nóos’ como el ‘caso Nóos forramos’.
El libro de Inda y Urreztieta, los reporteros de El Mundo que destaparon precisamente el caso Urdangarin, bucea en la personalidad de la gran desconocida de palacio. Una mujer antaño austera, religiosa y cartesiana que quedó ‘abducida’ en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 por un deportista guaperas con fama de macho alfa. A partir de entonces se volvió altiva, codiciosa, materialista e intelectualmente sorda.
Tal y como se relata en sus páginas, continuación de la anterior obra de los autores, ‘Urdangarin. Un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos’, Cristina se ha enrocado en la defensa de su pluriimputado marido, se cree víctima de una conspiración y considera que todos sus negocios en Nóos y Aizoon son plenamente legales» Una soberbia que la ha convertido en la primera royal española que se sienta en el banquillo, acusada de delitos que le pueden suponer hasta once años de cárcel.