Hacemos un refrito con cebolla y ajo, nada más. Mientras, majamos un clavo de olor, pimienta negra y un pellizco generoso de romero seco, vamos, que se note el romero. Echamos la carne troceada al perol cuando el refrito esté ya casi hecho y la cebolla transparente. Se añade el majado de especias y un par de hojas de laurel, para dar unas vueltas hasta que la carne cambie de color. Entonces añadimos un par de cucharadas soperas, o tres, de tomate triturado. Damos unas vueltecitas y añadimos vino blanco, esperando a que esté casi evaporado. Cubrimos de agua y dejamos el perol casi tapado y a fuego lento para que la carne se ponga tierna. Si vemos que se consume el agua y la carne no está suficientemente tierna, pues echamos más agua y ya está. El caso es que debe quedar una salsita espesa y de agradable color.