Durante los días 28 y 29 de mayo se ha celebrado en el Campus del Carmen de la Universidad de Huelva el VII Seminario Internacional del Observatorio cultural del Proyecto Atalaya. José Lebrero, director del Museo Picasso Málaga, fue el encargado de la clausura. La cultura vista desde los grandes equipamientos simbólicos, fue el título de su conferencia.
A lo largo de su intervención este especialista en Arte Contemporáneo y “agitador cultural”, como lo definió la presentadora, Isabel Ojeda, directora del Área de Cultura de la UNIA, fue desgranado la historia de los museos y las diferentes etapas por las que ha pasado esta institución. Dos fueron las maneras de abordar el tema de los museos, que propuso Lebrero; “como lugar para la experiencia individual y como objeto cultural para el análisis social”.
Como hoy conocemos los museos nacieron con el proyecto europeo moderno y por lo tanto, depende históricamente de factores estéticos, culturales específicos, en la mitad del siglo XVIII. “Museo- según Lebrero- es memoria.” Esta institución depende históricamente de factores políticos, económicos, sociológicos, geográficos arquitectónicos e incluso medioambientales, que son los que configuraron la identidad cultural a finales de este siglo en sociedades como la francesa, la inglesa y la española.
“Quizá estamos en un duelo cultural en este país, en cuanto a museos se refiere, y al igual que en los procesos de duelo hay varias etapas. En primer lugar, un momento de shock o estupor, luego viene la fase de rabia, otra de desesperanza y por último, que es la fase interesante, hay una reorganización que implica un proceso de avanzar en una reconstrucción con nuevos significados”.
“Los museos en Andalucía están ligados al turismo y por extensión a fuentes de riqueza”, manifestó, para añadir que”la creación de museos expresa si una sociedad lo tiene entre sus prioridades o no, lo que da idea de la implicación de una sociedad con la cultura. La creación de los museos contribuyó a la promoción de la libertad de opinión que potenciara también la estética y la crítica de arte”.
En el museo moderno el espectador es un sujeto estético, que mira la obra que han hecho otros hombres para tener una experiencia del gusto personal. En cuanto el interés que despiertan este tipo de equipamiento cultural está en relación, según Lebrero, con “la gran capacidad de simbolizar que es lo que los hace mucho más atractivo para los medios de comunicación que las bibliotecas, los auditorios o los teatros. Un patrimonio arquitectónico costoso, el alto valor económico de las colecciones, el rédito mediático, que el museo ofrece y el misterio que provoca, en gran parte de la población, hace de un museo un objeto de estudio muy interesante”.
Existen otros factores de peso, en nuestro tiempo, por los que el museo proporciona beneficios colectivos que nos remiten a la capacidad de los museos para potenciar el desarrollo intelectual y emocional de las personas: uno el valor económico del museo y otro el valor propagandístico. Esta institución hoy más que nunca es un objeto económico preciado, y también es un ícono de uso político deseado, es decir, es rentable políticamente.
Concluyó con un repaso de lo que en los últimos 200 años ha pasado con los museos. Es un lugar para el desarrollo de la creación de valores vinculados con las experiencias individuales para crear comunidad, pero al mismo tiempo es un objeto que forma parte de un sistema económico. “Se está primando más lo económico que los contenidos, y también sirve como buen instrumento de prestigio para asegurar la presencia de los países en la geopolítica, pero en definitiva el museo se ve como una fuente de ingresos”, concluyó.
En este seminario, que bajo el nombre de Formación y gestión cultural, han participado gestores culturales de las diez universidades de Andalucía y ha estado coordinado por vicerrectorado de Igualdad, Cultura y Cooperación al Desarrollo de la UNIA y el vicerrectorado de Proyección Internacional y Cultural de la Universidad de Cádiz.