Las habilidades creativas de los Neandertales ha sido el descubrimiento que ha cambiado la percepción que teníamos sobre nuestros antepasados. Esa es la principal conclusión del proyecto de investigación que durante varios años se ha venido realizando en la cueva de Gortham´s, en Gibraltar. Una cueva que cuenta con un registro sedimentario de casi 20 metros de espesor, y que nos cuenta los últimos 100 mil años de esta historia neandertal, incluso de la ocupación posterior por los Humanos Modernos.
Estas conclusiones de repercusión internacional, en las que el profesor de la Universidad de Huelva, Joaquín Rodríguez Vidal, ha jugado un importante papel, salen ahora a la luz a través de la prestigiosa revista científica PNAS (Proceedings of the National American Society of USA).
El inicio de la historia de este descubrimiento se remonta a 2005, en esa fecha, en la parte más interna y elevada de la cueva se excavaron los niveles con industria Musteriense más reciente del planeta, publicado en 2006 en la revista Nature. Las excavaciones arqueológicas durante los años 2010-11 consiguieron alcanzar el lecho rocoso y fue ahí donde el arqueólogo Francisco Giles Pacheco -antiguo Director del Museo del Puerto de Santa María y Director de estas excavaciones- observó unas líneas entrecruzadas, grabadas en la roca, de aspecto poco natural. Los trabajos de investigación sobre la naturaleza de dichas marcas comenzaron de inmediato y se han prolongado durante dos años, hasta ser ahora finalmente publicados en la revista PNAS.
Esta investigación ha sido coordinada y dirigida por los responsables del ‘Gibraltar Cave Project’, el profesor Joaquín Rodríguez Vidal de la Universidad de Huelva y el Director del Gibraltar Museum, profesor Clive Finlayson. El trabajo demuestra, de una manera fehaciente, que los últimos moradores neandertales de Gorham’s tenían un lugar privado en la cueva donde realizar sus representaciones gráficas, fruto de un pensamiento abstracto. Grabados precisos y maestros, realizados con una punta o filo de un instrumento lítico, tras rozar con la roca en multitud de pasadas sucesivas. Las pruebas analíticas realizadas por el profesor Francesco d’Errico, de la Universidad de Bordeaux, demuestran que fueron necesarias entre 200 y 300 pasadas de buril hasta realizar el grabado completo. Un esfuerzo continuado e intencionado con una finalidad que, por ahora, desconocemos.
El grabado cubre una superficie de unos 300 cm2 y se realizó sobre una pequeña plataforma horizontal de roca en el suelo. El dibujo es una trama rectangular incompleta de ocho líneas grabadas principales entrecruzadas, oblicuamente cortadas por otros grupos de líneas cortas, finas y menos profundas.
El hallazgo es un descubrimiento largamente anhelado por una parte importante de la comunidad científica de paleoantropólogos y por los interesados en la evolución humana. Las investigaciones recientes, en estas y otras cuevas europeas, han estado cerrando un cerco estrecho alrededor de la idea de concebir a los Neandertales como una especie humana inteligente, con habilidades e inquietudes semejantes a las nuestras, y con hábitos que posiblemente copiamos.