Poco a poco Andalucía se va acostumbrando a dar la campanada, eso sí, en singular y en su acepción de “llamar la atención”, la de aquel tañido de la campana de la iglesia que avisaba en las aldeas del fuego o tal vez guerra.
Este fin de año, como sabe toda España, debido a la desorbitada cobertura que todos los medios han transmitido en un alarde de comunicación con línea subliminal de “nosotros lo hicimos mejor”, Canal Sur ha cometido el sacrilegio de dejar “engollipados” a los andaluces al retransmitir las doce campanadas desde Almería.
Increíblemente, el suceso se ha emitido más veces en el tiempo que el del fallecimiento de 36 personas tras una avalancha humana durante la celebración del Año Nuevo en la ciudad china de Shanghai. La causa en este caso ha sido que algunos descerebrados han tirado cupones de lotería que simulaban ser dólares. Sabido es que donde haya una acumulación de “humanos” no puedes lanzar ni un caramelo y valga de ejemplo la rapiña y el excesivo ímpetu empleado por algunos en recolectar golosinas en nuestras Cabalgatas de Reyes.
Si en la Nochevieja del año pasado las uvas en Huelva servían para dar otra gran campada distrayendo a toda la ciudad que se dedicaba a contar sus docenas mientras volaban mil kilos de “racimos”, pero en este caso no de uvas sino de hachís del Servicio de Vigilancia Aduanera procedentes de las incautaciones de droga practicadas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en la provincia onubense, cuestión a mi entender muy seria, el suceso de este año se me antoja meramente anecdótico y según han demostrado los andaluces con su gran sentido del humor, el fallo técnico o humano, pero a la postre inocuo, ha servido para amenizar una fiesta en la que la tradición nacida posiblemente de la necesidad de dar salida a un excedente de uva de agricultores murcianos y alicantinos en 1909, ha derivado en que en ciudades como Lepe y muchas otras se realice un día antes o en incluso en Madrid también por la mañana, o a veces se sustituyan las uvas, que ya se pelan y se les quitan las pipas, por gomitas solo con el fin de zampárselas con un solo tañido, perdiendo en cierta manera el evento festivo su relevancia ancestral.
Sorprendente, el director de Emisiones y Continuidad de Canal Sur Televisión, José Luis Pereñíguez, ha dimitido, en un país que nadie lo hace (supongo que a eso se refería De Guindos con lo de “En España ya no hay miedo a perder el trabajo”, no le encuentro otra explicación), poniendo su cargo a disposición de la Dirección de Radio Televisión de Andalucía.
El hecho honra a Pereñíguez, con una dilatada carrera profesional en TVE y Canal Sur, galardonado a la Mejor Labor detrás de las Cámaras y Premio Talento 2009 de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión (ATV), que da la cara y protege a sus trabajadores, por una nimiedad en un momento en el que “los sospechosos del país” se aferran a sus poltronas aun apestando a corrupción.
No sé de nadie que haya denunciado a Canal Sur por no poder tomarse la uvas de la suerte en su justa medida, alegando que padecerá angustia emocional con cuadro postraumático durante el resto el año y que cada Nochevieja le supondrá un “Pastora Soler”, reclamando una ingente indemnización que multiplicada por 8,4 millones de andaluces podría acabar con las cuentas autonómicas y llevar a Susana Díaz a emigrar a La Moncloa o quién sabe dónde.
En cualquier caso, suerte y generoso año.