Si el pacto PSOE-CIUDADANOS se materializa en Andalucía, no será ya que tengamos un ejecutivo con interés masivamente españoles, sino claramente españolista. No olvidemos que Ciutadans es en su origen una opción catalana que nace en aquella tierra como la oposición extrema al nacionalismo independentista. Ciudadanos es una formación que antepone su españolismo a cualquier otro pensamiento y que optaría por la devolución de competencias al gobierno central y el serio estrechamiento general del Estado de las autonomías. Precisamente, todo lo contrario de lo que nuestro país, Andalucía, necesita.

Si tantas veces he escrito sobre la necesidad de una o varias fuerzas nacionales en Andalucía, es porque las necesitamos. Andalucía, perdida y olvidada de sí misma, se deja gobernar por personas que no tienen pensamiento andaluz, sino pensamiento español y, créanme, lo andaluz y lo español son cosas bien diferentes. Andalucía, al estar por debajo de la media en todos los parámetros positivos y por encima de la media, en todos los negativos, necesita gobernarse a sí misma con mentalidad de sí misma, con conciencia de ser una unidad marginada por un poder que parece establecido desde fuera. Gobernar Andalucía con pensamiento español es gobernarla como si fuese un apéndice conquistado (?).

Ciudadanos no es un partido inocente en ningún aspecto, ni en el político, ni en el económico, ni en el social y, mucho menos, en el territorial. Mi impresión es que a Ciudadanos, aquello de “España, una unidad de destino en lo universal”, no debe sentarle muy mal y, desde luego, la influencia de su poder en Andalucía, se notaría por la marca puramente españolista que intentaría imprimir a la Junta de Andalucía. El día 5 de mayo, en el debate de investidura de Susana Díaz, la candidata reprochaba a Juan Manuel Moreno Bonilla, el jefe del grupo popular en el parlamento andaluz, que se había olvidado en su discurso de la verde y blanca, de Andalucía. No le faltaba razón, pero es que a ella le sucede lo mismo: administra Andalucía con el ojo puesto en Madrid y para los intereses de un partido que es español, no andaluz. Imaginen cómo tendrá que ser si cuaja el pacto con C’s que vive con el ojo puesto en Barcelona de donde vienen los ecos –quién iba a decirlo-, más españolistas del Estado.

Desgraciadamente, la mayor pluralidad del parlamento andaluz, que en principio debería ser una buena noticia, no conviene a los intereses generales de Andalucía porque todos los partidos presentes son de obediencia española. Tras el debate para la elección de la presidenta de la Junta de Andalucía, fue Albert Ribera, representante en el parlamento de Cataluña, el que hablaba de las condiciones de Ciutadans para apoyar a Susana Díaz. Como ven, la política en Andalucía dictada bien desde Madrid bien desde Barcelona, pero no desde el corazón de nuestra tierra. Un gobierno socialista apoyado por C’s constituiría un “más España, menos Andalucía” clarísimo, quedando los intereses del país, de Andalucía, supeditados a los partidos que nos vienen de fuera y al españolismo a ultranza ejercido desde la Barcelona de Ciutadans.