Bueno, el tuit de Zapata es de gracioso que río hasta el llanto. Tan ingenioso, que lo del hidalgo cervantino queda a la altura de un pepino. Tan culto que la biblioteca de Alejandría fue un kiosco de tebeos. Grande el nuevo edil madrileño. Qué digo grande, gigante, descomunal, jayán.
Si yo fuera Carmena, pactaría con Carmona para sacarlo del ayuntamiento de la capital. La corpulencia del muchacho trasciende los muros del palacio de La Cibeles y sus movimientos liberan energía suficiente para desactivar las centrales que surten de electricidad a Madrid. La acción de los podemitas de la exjuez debe ser reproducida en localidades como Auschwitz, Belsec o Treblinka.
La chanza del cenicero adquiere caracteres de epopeya si se cuenta a los descendientes de los que fueron gaseados en los escenarios del exterminio nazi. Don Zapata debería ser deportado a los lugares del horror para que comprendiera que el humor es un pararrayos vital y no un rayo mortífero, que los fanáticos de su especie no pueden convertir la tragedia del genocidio en la farsa de lo irrisorio, y que la importancia del chiste reside en recordarnos la levedad de nuestra estulticia. Decía Aristóteles que la salud de ejercitaba con la risa. Pues eso, que Zapata nos ha disparado en el corazón de las lágrimas.
Servidor entiende la política como el arte de construir puentes para atravesar ríos. En caso contrario, la diferencia entre democracia y dictadura radicaría en la práctica del voto cada cuatro años. Solemne majadería. Si Carmena y Carmona, tanto monta, no destituyen al dinamitador de pasarelas de concordia y alientan los fantasmas del odio, mejor que se vayan por donde vinieron. Subordinar la autoridad que algún día pudieron tener al poder que hoy ostentan es un mal augurio de gobierno.
Zapata, destitución.
1 comentario en «TERETES.
El cenicero.
[Paco Velasco]»
Muy de acuerdo con el comentario del Señor Modigliani en el artículo anterior de Usted Señor Velasco.