(Texto y fotos: José Luis Rúa) De nuevo la sorpresa y la magia invadieron las calles del centro del Ayamonte. Como saliendo de no se sabe dónde, miles de personas poblaron las calles, comercios, cafeterías, puestos ambulantes y se convertían en protagonistas de una noche especial, “La noche en blanco”. Nos trajo a la memoria a más de uno, el encanto de “Un paseo por el arte”, una situación muy similar y una satisfacción y buen rollo en el ambiente, que agrada a todo el mundo.
A la hora indicada en el programa de actos, salía desde la puerta del propio ayuntamiento una banda de música que acompañaba a un numeroso grupo de gigantes y cabezudos. Chiquillos de todas las edades y menos chiquillos, se movían con rapidez de un lado para otro según se desplazaban los fantoches. La representación municipal participando de la jornada que por primera vez se convocaba en la ciudad fronteriza. Coincidiendo en el tiempo, quedaba de manera oficial inaugurada una nueva edición de “Balconarte”, promovido por el taller de pintura “La escalera”, que llenaba de nuevo los balcones con imágenes a tamaño real de personajes celebres.
Por cualquier rincón se encontraba uno un dj´s ofreciendo lo mejor de su discografía. En otra esquina, alguien con voz rasgada intentaba imponerse al ruido, para hacer valer la calidad no solo de su voz sino de su capacidad de crear buena música. Más allá, en la puerta de un comercio, se ofrecía una degustación de una rica sangría acompañada de una empanada de dátiles, que sin darte cuenta, te transportaba a otros lugares más exóticos. Los comercios repletos de público que buscaban tranquilamente las enormes ofertas especiales de esa noche especial.
Las calles jamás en lo que va de año se habían visto tan superpobladas. Las terrazas de bares y cafeterías se quedaban pequeñas para dar cabida a tanto cliente como se presentaba buscando asiento y un refrigerio que calamara su sed. Música en vivo no solo a la puerta de un comercio, sino en cualquier calle. Todos los estilos mezclados de manera singular. Ritmos de todas las épocas para deleite de unos aficionados improvisados, que no se cortaban para dar unos pasos acordes con la canción. Por la otra calle, una veintena de jóvenes en bicicleta buscando espacio para participar y publicitar a un comercio que está de moda. Un catamarán con las velas desplegadas, haciendo pensar en las consecuencias de un tsunami. Chencho Aguilera en plena calle y compartiendo protagonismo con su colega dj´s y dejando la impronta de su estilo para muestra de los curiosos y seguidores de su arte.
Exposiciones de pintura, individuales y colectivas tanto de pintura como de fotografía. Bonsáis haciendo las delicias de los entendidos. Poesía saliendo de la caja de las sorpresas y ofreciéndose en su estado más puro. Grupo carnavalero dando la pincelada especial. Y música, mucha música para una noche que se ha quedado en los bolsillos de la gente y además con el deseo de volver a repetirse en cualquier momento. Un acierto de los promotores, un acierto de los organizadores y un acierto de un público que ha sabido disfrutar y aprovechar estas oportunidades de ocio bien enfocadas. Felicidades.