Volvía a abrir sus puertas el coso de la Vega Larga para un nuevo ciclo de Colombinas. Tras el Ciclo de Novilladas en clases prácticas a favor del Banco de Alimentos de Huelva, la plaza esperaba ansiosa al público onubense con sus mejores galas.
Meses de preparativos para lucir radiante en el primer de esta feria taurina que comenzaba con el mejor de los pronósticos. Desde primera hora se sentía un gran ambiente en los alrededores, transformado en una gran entrada de público que disfrutó de una brillante tarde de rejoneo, donde los maestros, en el arte de torear a caballo, derrocharon sobre el albero la entrega y la pasión que hace vibrar a las amantes de toros y caballos.
Volvía Pablo Hermoso de Mendoza al coso de La Merced, tras ausentarse la pasada temporada, dispuesto a entregar la mejor versión de su toreo. Impactó enormemente los recibos a sendos toros a lomos de Churumay y Napoleón, parando al burel en apenas un metro cuadrado. El nivel de su faena nunca bajo y a lomos de Disparate, con el toro encelado en su grupa, recorrió el redondel con cambios de tranco que eran verdaderos muletazos.
Son pocos los enfrentamiento entre el rejoneador navarro y Diego Ventura, y la rivalidad quedó patente. El torero afincado en la Puebla del Río, apareció en Huelva con la firme intención de ser el gran triunfador de la noche. Desde el comienzo salió apostando todo o nada, a lomos de Suspiro y garrocha en mano realizó un recibo espectacular, mostrando la esencia del toreo campero. Nazarí, puso sobre el ruedo toda la empoción que al toro le faltaba, tomó vuelo la faena, aunque no el suficiente para que el rpesidente le concidiera su primera oreja.
Sin embargo, lo más destacable de su actuación, llegaría en el quinto en el que se impusó de principio a fin, consiguiendo su anhelado triunfo. A lomos de Milagro, realizó los quiebros más inverímiles vistos en esta plaza. Y cerraba plaza el ídolo local, el heroe de tantos niños que ocupaban los tendidos de La Merced.
Andrés Romero, el torero que lleva el nombre de Huelva por bandera, venía dispuesto a plantarle cara a las dos máximas figuras del toreo y lo consiguió. Demostró el gran momento en el que se encuentra, y a lomos de Guajíro realizó una labor rotunda y pulcra, con una precisión espectacular en todos los palos que clavó. Y con la tarde echada, el torero a caballo luchó y se antepuso a un toro, parado y soso, al que a lomos de Odiel puso todo de sí para acompañar a Pablo y Diego por la Puerta Grande.