La Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales tiene en marcha en Huelva una nueva edición del programa Guía, una iniciativa pionera en el conjunto de Andalucía en el área de la atención a la infancia y las familias, cuyo objetivo es ofrecer asistencia a familias afectadas por crisis relacionales entre padres e hijos, que demandan ayuda debido a la presencia de conductas violentas o antisociales en los menores.
Desde comienzos de este año, en el que se cumple ya su sexta edición, Guía –su denominación técnica es Programa Preventivo para la Atención, Orientación e Intervención a Familias con Menores en Situación de Conflicto o Dificultad Social, se viene desarrollando con familias derivadas por la Fiscalía de Menores. Posteriormente, durante los meses de mayo y junio se ha llevado a cabo en el Distrito V de Huelva.
Las localidades de Cortegana y Lepe albergan este curso las sesiones que tienen lugar fuera de la capital. En el primer caso, se han iniciado el pasado día 13 en colaboración con la Diputación Provincial, mientras que las otras han arrancado el miércoles de esta semana de la mano del ayuntamiento costero.
El Servicio de Prevención y Apoyo a la Familia de la delegación territorial es el promotor y coordinador de esta prestación, cuya aplicación corre a cargo de la asociación Ponte, una entidad especializada en la atención psicosocial a jóvenes en diferentes áreas de intervención y que además ha diseñado la metodología en que se fundamenta. La aportación económica de la Junta para su realización asciende a 57.500 euros.
Las familias destinatarias del programa son aquellas con hijos que presentan comportamientos agresivos como gritos, insultos, amenazas e incluso agresiones físicas hacia los padres o tutores y, por lo tanto, la comunicación familiar no existe o se encuentra muy deteriorada y la convivencia es realmente difícil. Es posible que haya habido intentos de resolver el conflicto pero sin resultados positivos. De hecho, se mantiene el vínculo afectivo y aspectos positivos en la relación.
Por su parte, el perfil del menor se caracteriza por la existencia de problemas significativos de adaptación personal, social y escolar. Todo ello puede estar unido a dificultades emocionales y de comportamiento, faltas de asistencia al centro educativo, resistencia generalizada a acatar las normas, pequeñas conductas delictivas, inicio de consumo de drogas y alcohol y establecimiento de relaciones con personas de entornos marginales o delictivos. Incluso se registran episodios de fugas ocasionales del domicilio.
Ante esta situación, los padres o tutores no pueden controlar los problemas del hijo y existe el riesgo de que el conflicto acabe agudizándose. En algunos casos las familias han tenido un funcionamiento adecuado hasta la llegada del menor a la adolescencia. En otros, puede existir una ausencia reiterada de supervisión y límites hacia el menor en la que ambas partes están implicadas y se refuerzan de forma activa. A ello se suma que los padres tienen pautas educativas poco definidas y sienten gran confusión e incapacidad para afrontar la problemática, por lo que demandan ayuda.
En 2014, un total de 165 familias y 172 menores se beneficiaron de esta intervención. Desde sus comienzos, la población diana participante es derivada desde los servicios sociales comunitarios, equipos de tratamiento familiar, Servicio de Menores de la delegación, centros de salud y centros educativos, si bien desde el año pasado también se han incorporado casos procedentes de la Fiscalía de Menores.
Metodología
El programa Guía dispone de dos principales intervenciones: el taller de padres y el taller de adolescentes, enfocados ambos a una población con un grado de conflictividad media. Su metodología se basa en el desarrollo de un total de nueve sesiones de dos horas y media cada una, con una periodicidad semanal y en grupos de un máximo de 20 integrantes. En ellos los progenitores y sus hijos comparten el recurso como experiencia el mismo día y a la misma hora, así como otras sesiones conjuntas.
Esta serie de actividades incorporan también como parte del tratamiento el uso de las artes escénicas, una original estrategia que favorece el trabajo con los adolescentes y los padres al trascender el sentido terapéutico y proponer un modelo de atención mucho más atractivo y acorde con las condiciones de expresión corporal que necesitan.