La violencia machista ha tenido esta mañana del sábado una masiva contestación en las calles de Madrid. Miles de personas, algunos líderes políticos y diversos movimientos han rechazado estos asesinatos, a los que no hay que ponerles ningún adjetivo.
Los especialistas dicen que una economía cautiva y la dependencia emocional favorecen o, quizás, condicionan la proliferación de mujeres maltratadas. Se entiende que una mujer que no tiene perspectivas, ni posibilidades, ni éxitos laborales decae notablemente en su autoestima y, de la misma manera, quienes tienden a la exclusividad en las relaciones, a la idealización de su bruto, a la necesidad de una aprobación constante, a la subordinación, al pánico a la ruptura y a la soledad son más propensas a convertirse en víctimas. Comparto esta opinión de los expertos.
Ya se sabe que lo primero que hace un maltratador es anular a su presa, por lo que parece necesario observar este perfil común de las damnificadas, una vez que el de los verdugos está muy claro: machistas, desarraigados, cobardes, narcisistas y, a veces, con un ridículo e injustificado mandamiento de que deben vengarse de la sociedad (y el masculino es únicamente, por desgracia también, cuestión de estadística).
La observación de estos rasgos comunes no sería nunca un dato más, sino el principio de un camino nuevo hacia la prevención y la higiene mental que dificultarían la elección como pareja de estos abusadores.
Una persona que no se quiere lo suficiente, que argumenta aquello de que es bueno en el fondo y que lo que pasa es que grita mucho, tiene mucho carácter o es tosco, pero trabajador, se está moviendo en el terreno apropiado para llegar a lamentarse muy pronto. Y la información no habrá servido de nada si existen esos antídotos irracionales.
Por eso, ante estas manifestaciones que exigen que la prevención de este desagarro sea un asunto de estado, propongo sobre todo que en las familias, en las escuelas, en los foros, en los medios de comunicación y en todas partes se fortalezca la formación de la personalidad y se señale como sujetos tóxicos a quienes ya gritan, controlan, persiguen y vigilan a sus parejas, antes que el encumbramiento ingenuo, ciego e irresponsable del amor les coloque una venda mortífera y definitiva.