Sin ánimo de ofender por lo de Kichi. Simple referencia políticoperiodística. El actual alcalde de Cádiz es un hombre pretendidamente singular. Todo su discurso se agota en la rutinaria indumentaria pijoprogre de la izquierda más pringosa y en la perorata ridícula de los vendedores de muñecas de trapo sucio. Por más que se rasque, el vacío.

Pero bueno, el hombre está en el candelero, candelabro que dijo otra mente brillante, y se permite el lujo de soltar chorradas porque sabe que las mismas son directamente proporcionales a su eco. A mayor barrabasada dialéctica, más amplia difusión mediática. Otra cosa no será pero en cuanto a tonterías proferidas, a poca distancia del caudillo venezolano Maduro. Entre marchitas azaleas y fúnebres cipreses, el deber de administrar la ciudad gaditana se disipa en la niebla perpetua de su empanada mental.

El prohombre podemita ha declarado, sin rubor, que conste, que es impepinable que la Venezuela de hoy está mucho mejor que la de hace dos décadas. Repito: impepinable. Tan cierto, que no cabe discusión. Tan impepinable como que la media luna no es una imagen terrenal del satélite, sino un pan o bollo que se moja en el colacao. Pura ciencia la que destila este señor impepinable.

A fuer de impepinable, la que se está montando con el expediente de expropiación de mayoría de acciones del todavía dueño del Recreativo de Huelva. Que Gabriel Cruz, el señor de la restauración fallida de El Torrejón, se coloque el maillot amarillo del Tour jurídico para salvar al club de mis amores, provoca más miedo que exhibir la bandera de la selección española en la puerta del Ayuntamiento barcelonés que rige, es un decir, la señora Colau, conmilitona del amigo Kichi.

La voluntad de salvar al Recre es impepinable. Sin embargo, ese acto de volición emocional debe ir acompañado de una seguridad jurídica que no se compadece con las filigranas electoralistas de un PSOE que siempre censuró, hasta la mismísima querella, al PP que, otrora, presidiera pedro Rodríguez. O sea, que, como Kichi, ayer las actuaciones salvadoras del club se consideraban atroces e incluso delictivas, y hoy, al socaire memopopulista de Cruz y asociados, se nos quiere vender como heroicidad de un edil que tiene a Huelva abandonada a su suerte.

Impepinable es que Cruz debe explicar a la gente de Huelva qué justiprecio hay que pagar, cuánto se adeuda a la Seguridad Social y a Hacienda, a los empleados y a los proveedores y qué plan serio de reconstrucción nos tienen preparado. En suma, que a cuánto asciende el movimiento que dice liderar con el dinero del pueblo. Que para decir sandeces, bastante tenemos con los impepinables Kichi y su escuela de actores profesionales.