En las luchas intestinas de los partidos, los navajazos están a la orden del día. No importa la formación. El asalto al poder lleva aparejado el cainismo político. Así ha sido siempre, así es y así será. La condición humana no da para más.

El Partido Popular de Huelva no es una excepción a la regla. Años atrás, con Pedro Rodríguez en la presidencia de la organización de centroderecha, las rebeldías de algunos conmilitones condujeron a su salida con viento fresco. Pedro fue siempre un tipo tolerante y con capacidad de diálogo. Su carácter afable le granjeó amistades pero, al mismo tiempo, enemigos a barullo. Sin embargo, cuando comprendió que los levantiscos amenazaban el régimen interior del grupo y alentaban oleadas de entusiasmo en el PSOE, tomó la sabia decisión de aquí paz y después gloria. Previos los procedimientos democráticos, a la calle.

Referirse a diferencias personales y a democracia interna cuando de dejar en pelota picada al partido se trata, es un eufemismo inaceptable. Inaceptable porque va cargado de mala leche. Una cosa son las corrientes de opinión y cosa diametralmente opuesta las minas colocadas a traición que pretenden hacer saltar las estructuras del poder instituido. En este sentido, el tema, candente, del doble registro de alegaciones a los presupuestos municipales del Ayuntamiento de Huelva, merece la repulsa de la ciudadanía, vote, o no, al PP. Si Ángel Sánchez, portavoz del partido en el consistorio onubense, representa a su grupo municipal y, en esa calidad, alega cuanto debe, qué puñetas de alegaciones han realizado sus compañeros acerca del mismo tema varios días después.

Servidor manifiesta su consideración personal hacia Ángel Sánchez. Este hombre, crecido políticamente a la vera de Pedro Rodríguez, es un señor de altísima categoría intelectual al que acaso falte el plus de acritud que el puesto comporta. Si en el seno de su organización es contestado, aplíquense las normas deontológicas que figuran en su reglamento. En caso de interpretaciones varias, que prevalezca lo establecido. La democracia se basa en la voluntad de la mayoría, pero no de la mayoría de representantes municipales como parece ser el caso, sino en la mayoría de la formación que acoge a todos. De lo contrario, la herida preexistente se convertirá en úlcera dolorosa a punto de implosionar y de cargarse el torrente sanguíneo de su cuerpo social.

Mientras la dirección provincial no debata sobre el problema y tome medidas tajantes, el PP no dejará de restar en su aportación al bienestar de los ciudadanos de Huelva. Y eso sí que no. Ningún partido por delante de la ciudad. Ningún político por encima del más humilde de los convecinos. Y si la dirección local no quiere/puede/sabe encauzar el diálogo y restablecer la disciplina, que se acuda a la superioridad.

En cualquier caso, desde estas líneas, lanzo mi mensaje de apoyo público a Ángel Sánchez.