Más de tres mil personas han acudido a la Noche Blanca de la Cultura y el Vino de La Palma del Condado, donde todo un pueblo se ha volcado para dar a conocer sus bodegas y monumentos, con visitas guiadas y la posibilidad de contemplar exposiciones, danza o música en un horario también muy especial, desde las nueve de la noche hasta las dos de la mañana.
Palmerinos y visitantes tomaron las calles de la ciudad para vivirla y aprovechar al máximo la amplia oferta, con más de 50 actividades repartidas entre bodegas, monumentos y calles, que han hecho de esta edición el éxito ya mencionado.
Multitud de personas se concentraron en la Puerta de Carruajes para vivir de primera mano el taponazo de salida. Se entregaron más de mil pañuelos conmemorativos para que todo aquel que quisiera lo pudiera lucir en su cuello.
Representantes de las bodegas palmerinas participaron junto al alcalde, Manuel García Félix, y el concejal de Cultura, Pablo Andrés García, en el brindis inicial, con la presencia también de la que será reina de la Fiesta de la Vendimia, Julia Ebrero, junto a sus damas de honor.
En esta quinta edición el taponazo lo ha protagonizado el voluntario de Protección Civil, Antonio Córcoles, el miembro de mayor edad de esta colectivo. Y es que este año Protección Civil de La Palma cumple 25 años de entrega altruista y realizando una labor abnegada, como recordó Pablo Andrés.
La noche comenzaba con una copa de vino de La Palma, como parte de esa cultura vitivinícola por la que se apuesta y que se intenta impulsar con iniciativas como esta.
Bodegas Millán, Cooperativa Nuestra Señora de Guía, Bodegas Infante, Bodegas Rubio, Bodegas Garay y el antiguo Lagar y Bodega de Juan Casado dieron a conocer sus instalaciones y sus productos, con interesantes exposiciones y actuaciones en distintos horarios.
Numerosos bares y restaurantes también participaron ofreciendo una tapa elaborada con vino, brandy y vinagre de La Palma, por lo que toda la localidad se volcó en la organización de este evento.
Una noche, sin duda, muy especial donde La Palma se convierte en escaparate monumental, de cultura y tradición vitivinícola, abriendo la puerta a sus encantos y con gran ambiente en las calles.