Bien sabe Dios que me encantaría no tener que hablar de política. Ustedes mismos ya saben que rehuyo hacerlo en la medida de lo posible porque pienso que los asuntos que realmente deben preocupar a los seres humanos son otros. La política únicamente habría de ser un servicio organizativo y de justicia social, pero eso se mostrará imposible sin el salto evolutivo necesario y sin alcanzar la masa crítica necesaria. La pregunta, la de siempre: ¿Quién será el centésimo mono?
La forma más elemental que propongo habitualmente de enfrentarse a un sistema tan injusto como el que vivimos, es la abstención en los procesos electorales. Pienso que no se puede estar contra el sistema participando del mismo y dándole vigor. Con ello solo se perpetuará y seguiremos en lo mismo, embobados en esa última oportunidad a la que nos asimos como en las parejas agónicas. Los comunistas, por ejemplo prefieren utilizar las propias contradicciones del sistema para dar el salto cualitativo y cuantitativo hacia la sociedad socialista, sistema aún más injusto que el que se vive hoy a nivel mundial, como quedó visto en los países del socialismo real y hoy en los ejemplos de ese modo de producción y reparto que aún quedan en el mundo.
El ejemplo que estos días estamos viviendo en el Estado español, en una de sus organizaciones políticas más señeras (PSOE), es una muestra de esa necesidad de salto evolutivo: la conciencia de que somos algo más y mejor que meros cuerpos y de que pertenecemos a una unidad que debe superar, en la medida de lo posible y necesario, los afanes egoicos.
Hasta aquí los políticos se muestran como enormes personalidades sin las cuales la vida sería poco menos que imposible. Si esos seres humanos convertidos en políticos entendieran que ellos no son nada por sí mismos, sino solo en función de una unidad a la que deberían haber decidido servir, no habrá avance. Llámenle a esto como quieran: remoralización social, concienciación en la idea del todo del que formamos parte, etc. Da igual. Lo evidente es que sin el salto hacia una nueva dinámica interior en la que la colaboración social se vea como algo imprescindible en función de la igualdad que nos es natural, no habrá progreso. Sin conciencia no hay desarrollo individual y sin ese avance, no habrá ascenso del conjunto hacia formas justas de cooperación y de vida. Pero recuerden: primero la idea de unidad de todos los seres vivos y compromiso con el planeta del que formamos parte en un universo que nos devuelve en la medida que le entregamos.
1 comentario en «EL LABERINTO.
Políticos y evolución moral.
[Javier Berrio]»
Javier, tu propuesta por la abstención, como mejor medio a modo de castigo a tanto impresentable metido en esto que llamaos «Política», si tal abstención fuera una «Nueva Mayoría Absoluta», me temo que las últimas y disueltas Cortes quedarían en manos de una novedosa Comisión Permanente Gestora, con lo que unos pocos cesantes serían los que debieran hacer valer lo promulgado en la actual Constitución Española, pero carentes de otros cometidos tan importantes como Gobernar, y con ello promulgar, adaptar o abolir leyes. ¿Qué sería de la España administrada por Comunidades Autónomas?…..en menos de 6 meses iríamos al caos. Quizás haya otras soluciones que aún no se han manejado en nuestra legislación aplicada a los Usos Políticos, de como deben conducirse los Partidos y sus representantes, y de como deben responder ambos en caso de actuaciones fraudulentas, incluso cuando hay derroche de medios por pura desidia e incompetencia. Derroche que pasado no mucho tiempo obliga a aplicar recortes. Los préstamos que una Nación recibe del exterior nunca son gratis. Basta asomarse a eso que denominan Prima de Riesgo.