Cómo se pudo enfadar Felipe porque Pedro lo engañó “Me siento frustrao, como si me hubiesen engañao”, él, que para empezar nos mintió a todos hace treinta años con aquello de ¡Otan, de entrada no! y aquí estamos pagándole la vitalicia, a pesar de los derroteros de su pana, su land rover y las vacas.
La mala cara que presentaba estos días en sus entrevistas se me antojaba un malestar por padecer gases, ya que cuando retozaba en el yate con su puro, se le veía feliz. Lo que me preocupa algo más es que ese gas vaya a ser el Natural y todos sus movimientos para que gobernase el PP pudiesen tener un trasfondo económico y empresarial. Seguro que ahora dormirá más tranquilo.
Por supuesto, quienes se encargaron de privatizar empresas debido al poder político que los votantes desafortunadamente pusieron en sus manos no deberían jamás poder ser contratados por éstas, y la única duda que me queda es si las hidroeléctricas y demás macro sistemas lo que hacen es pagar un pacto tácito por los favores recibidos o comprar las agendas de los punteros políticos para aprovechar sus influencias. Lo cierto es que en ese mundo nadie regala nada.
Resulta impresentable que un país “comunitario” ponga trabas al uso de la energía solar o cualquier otro tipo de alternativa renovable cuando los del norte, con muchísimas menos horas anuales de sol, apuestan fuerte por ese tipo de innovaciones. ¡Poderoso caballero es don dinero!, que diría Quevedo.
Que una elevada sección del Partido Socialista ¿Obrero? Español se haya empeñado en que gobierne la derecha da mucho que pensar, sobre todo teniendo en cuenta que durante cuatro años de legislatura se ha vapuleado el estado de bienestar, machacando los derechos de los trabajadores, su sanidad, la educación de sus hijos y no pararía de contar.
Ha terminado la cruzada de Pedro Sánchez y casi seguro su carrera política, salvo que haya un milagro en las primarias, perdiendo la posibilidad de ser otro afortunado vitalicio. Era muy alta la apuesta que estaba sobre la mesa, poder jubilarse en cuatro años cuando a los demás nos pedían que aguantásemos hasta los sesenta y siete e impregnarse de ese enfermizo poder que los vuelve locos a todos. Ahora, probablemente será Susana, la traidora que sibilinamente ha terminado con él después de enaltecerlo en muchos congresos, la que intentará tomar el relevo arrasando con todo lo que se le ponga por delante.
Lo cierto es que sobre la clase obrera se cierne de nuevo la espada de Damocles pendiendo de un hilo que se empeñan en cortar para que venga de nuevo ese PP que, a modo de queso de gruyere agujereado por la corrupción, prepara más recortes, que a la postre a todos los políticos con sueldos de postín no les van a afectar en absoluto. Todo esto increíblemente amparado por un partido que hipotéticamente defendía a los trabajadores y que ahora acaba de perder toda su credibilidad.
Sería también terrible que llegásemos a unas terceras elecciones, el pueblo ya ha demostrado demasiadas veces la incultura política de este país en un continuo ejercicio de flagelación de incógnito placer. De muestra, el botón gallego.
Ante la venta bicefálica de nuestro futuro, está claro que de toda esta maquiavélica danza no saldrá jamás un gobierno progresista, nos van a dar la del tigre, y ya andábamos bastante tocados. Desafortunadamente, dependemos de demasiados tarados.
Por cierto, que se llame barones a algunos líderes autonómicos de supuestas tendencias socialistas (igualdad política, social y económica de clases), a mí me toca… Requiem in pace, socialismo español. La llevamos clara.
Federico Soubrier García – Sociólogo y Escritor