Uno, que ha dedicado años de su vida a la enseñanza de las lenguas, no deja de sonreírse, amargamente, por no gritar, entre escéptico y harto, de las patrañas que sobre educación evacua la clase política. Lo penúltimo, la manifestación de Puigdemont acerca del “español superior” que hablan los niños de Cataluña.
En primer lugar, una premisa de atención. Tan español es el castellano como el catalán. Si el presidente de la Generalitat se refiere al dominio del castellano, que precise su mensaje, no sea que pretenda vendernos que los chavales catalanes se expresan mejor en la lengua de Cervantes que en la de D´Ors. Lo cual nadie puede creer después de décadas de imposición del sistema de inmersión (hasta la asfixia) lingüística.
No obstante lo anterior, si el sucesor del investigado Artur Mas menciona el español como la lengua oficial del Estado, en estrictos términos del artículo 3 de la Constitución, entonces su deriva intelectual alcanza cotas de preocupación. Y ello, por dos razones: bien porque el exalcalde miente, como suele, bien porque la política de ignorancia del castellano por parte de la Generalitat se eleva ya a infracategoría de gueto. Sea como fuere, lo que persigue poner en desvalor el pérfido dirigente, marioneta de la CUP, es la consideración como riqueza y como patrimonio culturales de las distintas modalidades lingüísticas de España. En consecuencia, que de alcanzarse la independencia de esa comunidad española, su población quedaría atrapada entre las rejas de una dictadura atroz y las cadenas de una pobreza moral por otra parte anunciada.
En la dirección apuntada, qué entiende Puigdemont por un “español superior”. ¿Acaso fundamenta su erupción bucal en estudios contrastados? ¿No será su exabrupto la consecuencia de su incapacidad personal y de su ansia propagandística al más genuino estilo de ministros de Hitler? El español superior se centra, según este mindundi, en el enfoque torticeramente comunicativo, es decir, en el uso del castellano para proclamar textos como “España nos roba” e imbecilidades similares, que se materializan en su expresión catalana: “Espanya ens roba”.
De esta manera, la lengua se convierte, por culpa de los fascistas de turno, en alfanje que corta la yugular de los desiguales que se atreven a subirse a las barbas de los violentos que usurpan el poder. A estos les importa una higa el interés y la capacidad de los chiquillos a quienes se aleja, adrede, de sus experiencias cotidianas, de las normas democráticas y del establecimiento de relaciones interpersonales equilibradas, constructivas, plurales, solidarias, respetuosas y tolerantes, a fin de convertirlos en “hooligans” que discriminan y agreden.
Puigdemont no deja de ser rehén de sus miserias particulares y partidistas. No se le puede pedir al jumento que deje de ser borrico y que aspire a la cualidad de alazán por muy familiares equinos que sean. Sin embargo, todos debemos seguir el mandato misericordioso de enseñar al que no sabe.
1 comentario en «TERETES.
Español o castellano.
[Paco Velasco]»
Si los que mencionan el idioma oficial de España (las Españas de Aguila Roja), nativos de otras naciones allende los Pirineos o de Portugal, sin ninguna duda dirán en sus idiomas vernáculos: español. Si somos los españoles residentes en el trozo de la piel de toro que nos corresponde de la península, diremos entre nosotros mismos: castellano. Y así sucesivamente con lo que durante el Régimen de Franco, se empeñaron en denominar «dialectos del español», cuando es el vascuence o eusquera; navarro o eusko-navarroa; gallego o galego; catalán; valenciano o valenciá; mallorquín; menorquín; ibicenco; dejando a un lado otros menos hablados como el bable asturiano; el aranés de La Val de’Arán; el habla «panocho» de Murcia y los acentos propios de los andaluces y de los extremeños respecto al castellano como lengua única y común en ambas comunidades con el resto de las demás Comunidades Autónomas de habla castellana y que todos conocemos.
Por otra parte, Puig de Mont (simplemente Alto de Monte en castellano), lo tendré en cuenta cuando la Justicia (lenta justicia por cierto para con Artur Mas, Homs, Cunillera y otros adláteres) vaya pronunciando sentencias. Habrá que ver entonces a ciertos voceros en las Diadas separatitas.