18 noviembre 2024

EL ESTERO.
Manzanita.
[ J. J. Conde]

manzanitaLa anécdota no deja de tener su pizca de gracia. Que estando en casa de mis queridos y añorados padres, la siempre vigente casa del Grupo Nuestra Señora de la Cinta, hoy Plaza de la Flauta, y creo recordar que por estas fechas, recibo una llamada telefónica de mi amigo Luis Cobo “Manglis” (quien fuera guitarrista del grupo Guadalquivir) diciéndome que se encuentra en Madrid con Manzanita ultimando las composiciones que darían forma al elepé del Zíngaro, primo de José Manuel Ortega Heredia. Y me pide que por teléfono le pase la letra canturreada de “Camino verde”. Y ahí me tienen ustedes: teléfono en la oreja y silencio total en el salón, cantándole a Manzanita el tema de marras. Cuando acabé, pude oír al fondo la voz del Heredia que decía: “Te voy a matar, Jesús, te voy a matar” (expresión coloquial y de afecto que demostraba que mi rumbita le había gustado).

Ha sido la única vez que pude conectar con el integrante de los Chorbos, agrupación que tenía como bandera la denominada rumba urbana y que tanta influencia ejerció sobre otras formaciones similares, como los Chichos. Aunque para los que amamos la música sin encasillamientos, la carrera artística de Manzanita nunca me produjo indiferencia. Muy al contrario, la voz desgarrada con la que acometía sus versiones más celebradas: “Verde”, “Un ramito de violetas”, “Por tu ausencia” o “La quiero a morir”, era el matiz más significativo de este magnífico compositor y músico que por encima de todo trabajaba bajo el patrón de la honestidad. Y jamás le importó la opinión de los puristas por atreverse a fusionar determinados aspectos del flamenco con otras culturas musicales. Sus últimos trabajos discográficos, especialmente el dedicado a Cuba, “Gitano cubano”, son un claro ejemplo del espíritu libre que anidaba en Manzanita. Y a buen seguro que libre se encuentra.

En este mes que ya se acaba, se conmemora el duodécimo aniversario de la muerte física de este precursor del “nuevo flamenco”. No en vano, en sus comienzos pudo codearse con un cantaor revolucionario de lo jondo y que también nos dejó: Enrique Morente. Y del de “Graná” captaría Manzanita multitud de detalles que después llevaría a su propio terreno, tanto en el cante como en el toque. De hecho, cuando fundó los Chorbos, junto a Amador Losada, Miguel Losada y Alfonso Gabarre, tuvieron un resonante éxito, en el 75, con su primer disco: “El Sonido Caño Roto”. Y es que rompieron los moldes establecidos en aquellos tiempos. Que sonaban los Chorbos a innovación total en ese momento. Su madre, la bailaora Trinidad Heredia Jiménez, y su padre el cantaor y bailaor, Rafael OrtegaGarcía. ¡Qué más se puede pedir!

Forzosamente, debía de nacer de todo aquel caudal de sones de llanto y fuego, como diría el Zíngaro, un artista de los pies a la cabeza. Vaya desde aquí, José, mi recuerdo y mi hasta luego, porque quién sabe si por fin podré darte el abrazo que te mereces en ese “Camino verde”…

 

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