(Texto y fotos: Blas Miguel Hernández) El broche de la noche lo protagonizó la comparsa de Ayamonte “Los cuerdos”. En su presentación nos explican que son unos locos porque van al contrario de la gente, por eso les llaman de esa manera. Quieren vivir sin ataduras ni prisas, sin querer arrastrar grilletes en esta sociedad, la misma que lo maniató por ser diferente y decir la verdad, pero insisten en que los locos no son ellos. Las dos caras de una habitación acolchada en cuadrículas blancas contrasta con la imagen que ellos presentan, con una especie de pijama con una parte superior en la que se representa de manera abstracta el pensamiento de donde salen sus propia cadenas a modo de cinta y, un pantalón con grandes rayas negras y blancas que dan a entender su condición de presos en su encarcelamiento.
La cinta en un pelo encrespado hacia arriba les da un toque caricaturesco, predominando en la escena el color morado, que se extiende por pinceladas y es símbolo de la espiritualidad y la transformación mental. Un tipo original y muy logrado.
En el apartado de pasodobles, cantaron en primer lugar al patriotismo expresado por y falsamente demostrado por aquellos tienen sus cuentas en paraísos fiscales, definiendo realmente el patriotismo en la gente llana de a pie que lucha por el bien estar de este país, y en el segundo de ellos el aspecto más reivindicativo de este concurso salió de la chistera despeinada de estos locos que abrieron sus bocas para pedir respeto a este concurso, el de su carnaval, sus sagrado templo de las coplas ante aquellos que llegan como mercenarios en busca tan solo de un premio. Buenas letras con una música fácilmente reconocible, tanto por su construcción como por la manera de interpretarla el grupo, con sello propio, siendo el segundo muy aplaudido por el respetable.
Los cuplés los dirigen a las elecciones ganadas por Donald Trump y a la invitación que le hicieron a una boda y al ligue que se echó en ella llevándosela a su casa, comparándola con Mister Potato por la cantidad de añadiduras corporales que tenía colocadas. Transcurre el popurrí con la vida de un españolito cualquiera, describiendo la encarcelación mental que sufrimos por los cánones y directrices establecidas por la sociedad en la que vivimos. Pero estos locos han aprendido a vivir contradiciendo el estilo de vida impuesto, por eso los locos son ellos. Rico musical y letrísticamente hablando, y muy buena interpretación músico-vocal. El público los despidió con palmas por Huelva.