(Texto: J.J. Conde) Tengo la sensación de que nada ha cambiado en este país que es digno de lástima. Porque yo sigo observando y viviendo, prácticamente, las mismas características que en los años setenta. Quiero decir, que la esencia de lo que nos rodea es la misma. Lo único que se ha modificado son las vestimentas y las etiquetas, también la tecnología; tecnología que, por cierto, hace de policía secreta de estos tiempos. Y lo que es peor, ha sufrido un desgarro importante uno de los sustentos claves del Estado: la denominada “clase media”, que, hoy por hoy, está desaparecida. Así que, todo se reduce a pobres y ricos. Más pobres y más ricos, más ricos y más pobres. Y eso es lo que hay.
Anuncian, a bombo y platillo, los guardianes del “establisment”: que todo es pasajero y que las crisis empiezan pero que afortunadamente terminan; que la creación de empleo es un hecho irrefutable e imparable y que lo de menos es que se hagan contratos de media hora porque lo que verdaderamente importa es que se hagan; que las pensiones están más que aseguradas ya que todos los años van a subir el mismo 0’25% correspondiente, y que los huérfanos y viudas tengan resignación que es una palabra piadosa y muy de andar por la casa nuestra de cada día; que el asunto de la corrupción no es algo que haya que generalizar por fuerza, sino un hecho desgraciado y puntual… Qué barbaridad, ¿verdad?
En aquellos años corríamos delante de los “grises”, una vez que las manifestaciones se rompían porque las reivindicaciones se consideraban subidas de tono. Ya ven: pan, trabajo y libertad, que era lo que fundamentalmente nos llevaba a las calles. Ahora, los “grises” son azules, pero es lo mismo. Acude uno a manifestarse, de manera pública y con la ley en la mano, y en vez de alfombras rojas lo que se encuentra son cordones de armamento humano. Y eso, que vamos a reclamar lo que gritábamos hasta la extenuación por entonces: pan, trabajo y libertad. Tres palabras que costaron una vida joven en Málaga, y tres palabras que tienen el mismo significado, en estos momentos, para todos aquellos que vivimos en condiciones adversas, condiciones totalmente impropias ya del siglo XXI.
Y en ello estamos. “Con una mano delante y otra detrás”, como yo escuchaba, cuando era chico y sin saber el significado de la frase, a las vecinas de la plazoleta que se paraban a charlar con mi madre ante la ventana gris del grisáceo paisaje. Que aquí, poquitas cosas han mudado. Porque el “fenómeno” de la inmigración, que es un movimiento global, en esta España nuestra lo camufla el gobernante con lo de la “integración social”; que es una auténtica farsa, puesto que a diario veo lo de: musulmanes con musulmanes, chinos con chinos, rumanos con rumanos, africanos con africanos, latinos con latinos…. ¡Y no se integra ni dios! Así que, vámonos con el rollo a otra parte, por ejemplo: a los años 70.
1 comentario en «EL ESTERO: Como en los 70»
Magnífico artículo, Sr. Conde.
Refleja, tristemente, la sociedad actual. Muchos, «mirarán» para otro lado. Pero, otros muchos. Muchos, más que muchos, compartirán sin duda, lo expuesto.
¿ Sabe una cosa, Sr. Conde?. Yo, también me voy a los 70. Total, no hay diferencia!!!
¡ Enhorabuena !