(Texto: Federico Soubrier) Estamos en el país de los extremos. Aquí, para demostrar que nuestra sociedad considera normal la homosexualidad, es necesario montar una cabalgata del “orgullo gay” y gestionarla como una charanga verbenera.
La permisividad es algo que nos caracteriza y, aun cuando el catolicismo ha caído en un estrepitoso declive, nadie, aunque no comulgue, se queja cuando llega la Semana Santa y nuestras ciudades quedan colapsadas por el espíritu procesional.
La sátira se admite y se permite en las fallas, los carnavales, la televisión, radio y prensa escrita, llegando a extremos en los que un animal, que no animalista, pueda expresar que se alegra de la muerte de un torero o de un niño que quiere llegar a serlo.
Una nación que entierra en procesión carnavalesca, sardinas, chocos, ballenas y todo lo que se le pueda ocurrir al personal entre un mar de llantos fingidos demuestra un sentido del humor más o menos acertado pero sí aceptado en general.
No es difícil que salgas a cenar y coincida a tu vera la celebración de una despedida de soltera, normalmente un grupo de preciosas jovencitas engalanadas con sus mejores prendas que han elegido como tocado para su peinado un pene más o menos apropiado. No pasa nada, nadie clama al cielo, cada cual se deleita con su menú y le desea el mejor de los futuros a la casadera.
Estamos oyendo hablar desde el 1 de mayo del 2014 de la procesión del “Coño Insumiso”, llevada a cabo por sindicalistas de la CGT, en la que los “costaleros” portaban una gran vulva exhibida con detalle y cubierta con un manto en su parte posterior.
El hecho fue denunciado en su día por la Asociación de Abogados Cristianos y la Fiscalía, y la jueza archivó el expediente llevado a cabo por ´”no creer en los dogmas de una religión y manifestarlo públicamente dentro de la libertad de expresión”.
Ahora, la Audiencia de Sevilla obliga a reabrir el caso por presunto delito contra los sentimientos religiosos, y la jueza pide como fianza a cada imputada, en este caso tres mujeres, 3.600 euros, o si no serán embargadas por esa cantidad.
Siendo la palabra popular que define el aparato genital femenino una de las más pronunciadas a diario en las conversaciones en grupo, o tal vez a solas si te pegas un porrazo, parece mentira que con semejante suceso llevemos liados tres años, a sabiendas de la cantidad de cosas sangrantes que nos están pasando.
En fin, acataremos el resultado, y se asumirá la sentencia, que ya va siendo hora de que el sonrosado “Coño Insumiso” quede aparcado y la justicia se pueda concentrar en cuestiones que, en general, nos interesan mucho más, han esquilmado nuestro dinero público, y parecen no avanzar.