El verano es un momento de dispersión, felicidad y descanso, y por ello, es también la época en la que el cuerpo se relaja, pierde el estrés de la rutina laboral y deja atrás las preocupaciones de la vida diaria. La mayoría de las personas apenas tardan unos días en volver a recuperar todas estas sensaciones negativas cuando sus vacaciones y el verano finalizan. Para evitar que la salud se resienta, se pueden trasladar a nuestra vida diaria algunos de los buenos hábitos practicados en verano, que no solo mejorarán nuestra salud, sino que también nos alegrarán el día a día.
Continuar con la dieta mediterránea
Que el verano llegue a su fin, no quiere decir que debamos abandonar la equilibrada y rica dieta mediterránea y sustituirla por unos repetitivos tapers de pasta o incluso por la comida basura. Una dieta equilibrada y rica en vegetales y fruta, y que aporta la cantidad necesaria de pescado, con la ingesta de carnes, huevos e hidratos de carbono, es una de las mejores herramientas para seguir manteniendo la buena salud, cuando el verano haya terminado.
Y es que los beneficios de la dieta mediterránea para la salud van desde la prevención de la obesidad, la reducción de enfermedades cardiovasculares y degenerativas y el control del colesterol hasta la protección de la salud de nuestros ojos, llegando incluso a evitar disfunciones visuales que requieran comprar de lentes de contacto.
El Omega 3 que contienen pescados como el atún, la sardina o el salmón son especialmente buenos para prevenir el síndrome del ojo seco o la degeneración macular. Los frutos secos, que son además una fuente de energía importante muy necesaria para desempeñar largas jornadas laborales, gracias a sus antioxidantes ayudan a combatir la DMAE, una enfermedad degenerativa de la retina.
Mientras que vegetales, tan fáciles de cocinar, como el brócoli, o las espinacas crudas en ensaladas aportarán la suficiente cantidad de vitamina A necesaria para mejorar la visión nocturna y evitar así el uso de lentes de contacto. Además, frutas como el melón aportarán vitamina E; la ingesta de tomates con la provitamina A ayudarán la captación y transmisión del impulso visual; y las naranjas, ricas en vitamina C ayudarán a mantener sanos los vasos sanguíneos oculares.
Seguir disfrutando del tiempo al aire libre
Durante las estaciones estivales la mayoría del tiempo libre suele pasarse al aire libre, por lo que la gente logra despegarse de hábitos de ocio mucho más relacionados con las pantallas, y la tecnología, que no solamente dañan considerablemente la salud de nuestros ojos, sino que también producen dolores de cabeza, estrés, y en algunos casos problemas psicológicos y emocionales.
En el verano el tiempo de uso de la televisión, los smartphones, los dispositivos tablet y los ordenadores se reduce notablemente a favor de desarrollar actividades al aire libre, como una mayor práctica de deporte. Esta costumbre tan saludable, también puede seguir manteniéndose el resto del año, a pesar de que las temperaturas no sean tan cálidas, simplemente abrigándonos más. Largos paseos, comidas en el exterior, practicar running o ciclismo pueden seguir llevándose a cabo, además de un sinfín de actividades más.
La idea es evitar pasar tanto tiempo contemplando pantallas, que puede llegar a provocar la necesidad de usar lentillas para corregir disfunciones visuales y otros graves efectos sobre la visión, como la el cansancio o fatiga visual, la disminución de la agudeza visual, el deterioro de la vista de cerca y de lejos, o irritaciones del globo ocular.