El Otoño Cultural Iberoamericano, que impulsa Fundación Caja Rural del Sur y otras entidades e instituciones, trae a Huelva desde este próximo martes, en el Centro de Recepción y Documentación del Puerto de Huelva (Cocheras del Puerto), la exposición “Sabores que cruzaron los océanos” que está producida por la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) y se ha programado con motivo de la Capitalidad Gastronómica de Huelva.
En la segunda mitad del siglo XVI se consolidó el tráfico regular entre España y sus posesiones en América y Asia, a través del cual, junto con la porcelana, el marfil y los tejidos, las especias y otros intercambios alimentarios enriquecieron las respectivas gastronomías, con influencias mutuas que han llegado hasta nuestros días. Este es el fundamento en que se basa la exposición “Sabores que cruzaron los océanos”, que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo produjo para su exhibición en Manila y que ha tenido una magnífica concreción, gracias a la dedicación de un excelente equipo interdisciplinar, dirigido por el comisario Antonio Sánchez de Mora. Tras su etapa filipina, se exhibe en España, de la mano del Otoño Cultural iberoamericano (OCIb), en dos lugares – Cádiz y Huelva – en los que la vocación transoceánica es más señalada.
En lo que se refiere concretamente a la exposición en Huelva, hay que señalar la oportunidad de que coincida con acontecimientos tan significativos como la celebración del “525 Aniversario del encuentro entre dos mundos”, iniciativa de la Diputación Provincial de Huelva, y la Capitalidad Gastronómica de España, concedida a Huelva para el año 2017. También coincide con el décimo aniversario del Otoño Cultural Iberoamericano, promovido por la Fundación Caja Rural del Sur y un grupo de instituciones y personas interesadas en afianzar, a través de la cultura, los nexos entre los ciudadanos de la Comunidad Iberoamericana de naciones.
“Sabores que cruzaron los océanos” es una exposición para todos los públicos que cumple a la perfección la máxima de “enseñar deleitando”. Extraordinariamente amena e interactiva, los documentos históricos van acompañados por alimentos y condimentos reales, que se pueden ver, oler y tocar, sin faltar auténticos juegos que se pueden practicar durante la visita y la invitación a descubrir numerosas sorpresas a lo largo del recorrido.