(Texto: Juan Andivia) Pues dijo Julieta Valero que toda la poesía parte de la experiencia, en un sentido amplio, que es un espacio de vida, que se comparte o no, que viene a compensar la variedad de ausencias, intensificando la realidad. Se mostró severamente crítica con la memoria histórica no resuelta de nuestro país y declaró que sus palabras nacen de bocas ajenas, pero para denunciar lo que nos atañe a todos, “como si pudiera penetrar con la punta de algo que de verdad me duele, […] así ponte tú en el sitio enfurecido de otro» y, tras el silencio cómplice que generaba, comenzó a leer cuatro poemas que denominó no biográficos.
La poeta madrileña ha publicado Altar de los días parados, Los Heridos Graves, Autoría (XXII Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad) y Que concierne, entre otros títulos; y cuenta con numerosas colaboraciones en revistas, programas de radio, traducciones, narrativa, relatos y varios premios literarios. Actualmente coordina la Fundación Centro de Poesía José Hierro.
Previamente había intervenido Remedios Sánchez que, tras una introducción teórica muy acertada, presentó a las tres comparecientes como integrantes de las generaciones de la incertidumbre (Raquel Lanseros), del fragmento (Julieta Valero) y de la generación digital (Sara Búho). Aprovechó para recordar que la enseñanza de la literatura debería hacerse desde lo más próximo para llegar, si es posible, a lo más lejano; y, para conseguirlo, ejemplificó con la trascendencia que tienen las palabras de Sara Búho o Elvira Sastre en el mundo adolescente, aún sin conquistar para la literatura.
Tomó la palabra Raquel Lanseros, jerezana afincada en León. Casi doscientos críticos de más de cien universidades (Harvard, Oxford, Columbia o Princeton, entre ellas) la han elegido la poeta más relevante en lengua española nacida después de 1970. Entre los importantes galardones que ha recibido destacan el Premio Unicaja de Poesía, el Premio Antonio Machado en Baeza, el Premio del Tren o el Premio Jaén de Poesía, así como un accésit del Premio Adonáis. Forma parte permanente del proyecto literario-teatral Hijos de Mary Shelley, que reúne a poetas, novelistas, dramaturgos y músicos. Es la traductora oficial al español para el proyecto europeo Pop Science, auspiciado por la Universidad de Ginebra, el CERN y la Academia Mundial de la Poesía, del que fue seleccionada representante española. Sin duda es nuestra voz más reconocida, especialmente, en Hispanoamérica.
Escapando del tópico del poeta que vive de su profesión de docente, Raquel es una profesora que vive de la poesía, de las traducciones y de sus numerosas charlas y talleres de creación poética, cursos, festivales y encuentros literarios por todo el mundo, a la vez que colabora con prestigiosas revistas literarias y culturales internacionales por lo que, personalmente, aumenta así las razones de mi admiración.
Leyó dos largos poemas inéditos y, en el primero, el protagonista poemático era un personaje de ficción conocido, que hablaba de una realidad inestable y común. Para no revelar lo no publicado, sería suficiente con recordar estas palabras suyas de “Himno a la claridad”: “A cambio de mi vida nada acepto/¿Qué se puede ofrecer que valga más/que el calor de la llama, que la espiga/convocada a ser grano, que la noche/que dentro ya contiene el joven día?”
La veteranía joven dio paso a la juventud plena de Sara Búho, que tiene entre sus diversos heterónimos más de cuarenta mil seguidores en sus perfiles de instagram y twiter y como bloguera (hoy, día 9D). Leyó cuatro poemas, alguno de su reciente libro Y yo a ti (Valparaíso ed.) y motivó su vocación lectora en los poemas que su abuela le recitaba. Sin intención de justificarse, comentó que los temas amorosos habían sido los más reiterativos de su producción, que completa hasta el momento, en formato convencional (entiéndase papel), con La ataraxia del corazón.
Sería un error creer que a esta autora sólo puede encontrársele en estos dos libros; la poeta de La Línea de la Concepción, residente en Madrid, está en la mayoría de los corazones adolescentes a través de sitios propios e incluso elaborados por sus “followers”; cada día cuelga sus reflexiones (algunas acabarán en poemas) en todos esos muros, consciente de esta realidad nueva que es el mundo no tan virtual del siglo XXI.
Para que la reivindicación de esas voces silenciadas fuera aún más completa, la clausura de los actos organizados con motivo de este seminario contó con el cierre musical de Lucía Sócam, que dejó en el aire canciones y poemas de algunas de las mujeres de la generación del 27.
Nada es tan importante como la palabra, por eso es comprensible el miedo de las mentes pobres y el valor de quienes la enarbolan como bandera (ésta sí), o como arma.