(Texto: Paco Morán) Ya cada día que va pasando la línea descendente del Recre no puede ser más evidente. Cada jornada parece que el Recre toca fondo, pero ante el Villanovense, ya ha tocado el fondo del sótano.
El partido de este domingo ante el equipo extremeño debería estar tipificado como delito y despojar a los dos equipos del punto logrado. Noventa y tres minutos jugados y una sola ocasión de gol. El conjunto extremeño ha sido, con diferencia, el peor equipo que he visto en la actual temporada, jugando incluso con uno menos en los últimos doce minutos. Aún así, el Recre no metió ni miedo al equipo que menos goles hace en el grupo. Mérito tuvieron los aficionados en ver un partido que parecía del campeonato de empresas.
Ahora sí que temo por el descenso. No quería creerme esa posibilidad, pero a día de hoy viendo al entrenador enfrentado a algunos jugadores tras su justa rajada, viendo la indiferencia del público y teniendo en cuenta que sólo restan siete jornadas, la opción de descender a Tercera ha tomado mucha vida. No tengo más que acordarme de la maldita hora en la que el Ayuntamiento dejó en manos de una empresa privada la gestión del Decano.
Cuánto me acuerdo de los Antonio Domínguez, Miguelito, Bonaque, José Alonso, Iván Robles… en definitiva, de esos chavales de Huelva que se dejaron el alma sin cobrar, por mantener la categoría. Echados de su club, tanto ellos como Pavón, el secuestro del Decano tiene nombres propios a los que habrá que pedirles responsabilidades. Ya no está el malvado Comas para culparle y ahora la situación es infinitamente peor que hacer tres años.
El extécnico onubenses llegó a la Pobla para entrenar al club de la localidad catalana cuando estaba en descenso; hoy es quinto y juega por el ascenso. Algunos dirigentes, gestores y políticos, se han lucido esta temporada. Ni para dirigir una comunidad de vecinos han demostrado estar preparados. Pensábamos que tras el paso de Comas,nada peor podría llegar al Recre. Ha llegado una situación mucho peor. Una plantilla que dejará una deuda importante a final de temporada, una gestión deportiva que se refleja en la clasificación y una salida de ocho millones de euros de las arcas públicas que si el equipo desciende será una ruina.
Queda rezar y jugar los partidos que a final de las temporadas se suelen jugar en las catacumbas del fútbol. Y queda confiar en los jugadores que tienen en sus manos salvar al Recre de casi la desaparición.
El técnico está perdido. Ya advierte que jugarán los que sepan competir. Y quedan siete partidos para acabar la liga y ya no sabemos ni tan siquiera si Cheche será el utillero y Manolo Pedraza el delegado.
Estamos perdidos y con el corazón en un puño.