(Paco Velasco) El niño malcriado que impone su capricho a los padres. El profesor sin recursos que abusa de su status. El ratero irredento que se aprovecha de la lenidad de las normas. El gobernante que alcanza el poder por la violencia. Tantos ejemplos de tiranos.
Margarita Robles, excelente jurista, es una política nefasta. La portavoz del PSOE no ve la realidad porque teme el daño subsiguiente a la cirugía de extirpar la viga que tiene en el ojo derecho. Demasiado lastre ocular para otorgarle un mínimo de credibilidad. En este contexto, nos acaba de meter una perla en el gaznate de todos los españoles y nos ha largado una frase a esculpir en nuestra tumba: “La influencia de Puigdemont es una tiranía”. Horror.
Con tragos como el referido se explican las úlceras duodenales. Vamos a ver, señora Robles, ¿hasta ahora no ha advertido el tema? ¿Se acaba de enterar que el panfletero Torra adolece de xenofobia supremacista extrema? ¿En manos de quiénes estamos los españoles? Los tiranos catalanistas hacen lo que les da la gana porque los ciudadanos hemos caído en las redes de un Marianito timorato, un Pedrín esperpéntico y un Pablete aburrido. Los únicos que alertan de la guerra –más allá de la dialéctica- que sufrimos son Albert e Inés.
Piense, señora Robles, piense antes de hablar. La información es el poder aunque las noticias se inventen. Usted no tiene idea de política. Si se cree que la jurisprudencia que domina es el libro de Petete, va de cráneo. La causa de que Cataluña esté en manos de unos canallas secesionistas es que se aprovechan de que los representantes del pueblo español están a medio camino entre el acarajotamiento y el avestrucismo. Torra es un indeseable total desde que tenemos conocimiento de sus andanzas. Pero Tardá y Rufián, entre otros compañeros próximos a su escaño, vienen engordando el cerdo destinado a la matanza y usted mirando las cumbres de Úbeda. Fíjese, tan cerquita y tan lejos. Usted, presa de la viga y eludiendo al cirujano.
Puigdemont está demostrando, en el marco de su impostura, más inteligencia, más corazón y más bemoles que los melindres que le acompañan en el hemiciclo. Al menos, él hace sus deberes. Pero usted, ustedes, se comportan como vecindones de un patio sin luces. Dejen su rol de cotorros patrios y defiendan el solar catalán a punto de volar del limes legal. No hace falta ejército para esa actuación. Basta energía y dignidad. Valores que, a día de la fecha, contemplo en los líderes de Ciudadanos. Y cuantas acusaciones calumniadoras de falangismo, primorriverismo y otras sandeces evacuadas de la boca de los calzonazos, mejor para los Torra, Forcadell y compañía, y peor para el resto de los españoles. Venga, Margarita, como si dictase sentencia. Haga cumplir la Constitución. Vaya delante del T.C. Y no llame tirano a nadie si, antes, mucho antes, no se da cuenta de cuán política cobarde es.