(Texto: Paco Velasco) Los ministros del presidente de la censura pugnan por agradar a Sánchez. Grande–Marlaska, hombre de bien y de prestigio profesional, no se libera de la batalla por el peloteo. De pronto, este señor se ha metido en dos charcos profundos e intensamente sucios: el de los presos golpistas y el de las concertinas. Veremos el coste adicional de la tragedia de las nada buenas, y equivocadas, intenciones de don Fernando.
Verá, señor Marlaska, el magistrado Llarena, su colega, no necesita que Vd. le aleccione sobre el traslado de Junqueras y su banda desde las prisiones madrileñas a las cárceles catalanas. El instructor del caso de la rebelión sabe latín. Ahora, si lo que Vd. pretende, de manera sibilina o subliminal, como quien no quiere la cosa, es mandarle un mensaje de cambio, hágalo por la vía del directo. En términos como el siguiente: “Señor Llarena, agradeceré que, al recibo de la presente, consienta en mandar a los patriotas catalanes, por Su Señoría encarcelados, a establecimientos de privación de libertad muy próximos a sus lugares de origen; si se tratase de un arresto domiciliario, maravilloso y si va más allá y decreta libertad provisional sin fianza para todos, lo mismo don Pedro me asciende mañana a la vicepresidencia primera de la jefatura del movimiento requetebuenista. Reciba un saludo de su admirador”. En esos términos, Sánchez tiene al alcance de la mano el Nobel de la Traición a España y Vd. se elevará a la categoría suprema de gran visir del jeque. Jugada maestra: la unidad territorial de España se habrá ido al carajo, con perdón, para satisfacción de los hispanófobos que por algunas tierras pululan.
En cuanto a la retirada de las concertinas, también puede seguir el impulso de sus apetencias. Qué digo eliminar las concertinas. Hay que destruir cualquier valla fronteriza de Ceuta y de Melilla con Marruecos. Que todos los africanos del mundo mundial, con sus mafias correspondientes, entren a España por la puerta del Estrecho o de Alborán. En Andalucía nos quedamos con todos. Faltara más. A partir de ese momento, se acabará de un tortazo con el problema de los migrantes, de las pateras y de la pobreza que asuela a los pueblos del hemisferio sur. La pobreza exterior de hoy devendrá miseria interior de mañana. Así se logrará la igualdad por la que lagrimea la ministra Clavo. “Tós a la ruina”.