La visita de la canciller alemana Angela Merkel al parque nacional de Doñana, invitada por el presidente español, Pedro Sánchez, ha vuelto a poner de manifiesto el tirón medioambiental y el buen nombre internacional del que goza la joya natural mejor conservada y más importante que tiene la provincia de Huelva, aunque una mínima parte de la reserva también se extiende por las provincias de Sevilla y Cádiz.
Fue Felipe González el que puso de moda el veraneo en el Palacio de las Marismillas para los presidentes españoles, tanto por su pasión por el parque nacional y su riqueza medioambiental como por motivos de seguridad, al ser la época en la que ETA mostraba mayor virulencia.
Después fue Aznar el que descubrió los encantos de Doñana y se tuvo que tragar las críticas que habían lanzado contra González por el uso de Doñana para pasar las vacaciones. Y tras Aznar vino Zapatero, y tras el leonés vino Rajoy, y ahora le ha tocado el turno a Pedro Sánchez.
Por Doñana han pasado figuras relevantes de la política mundial como Gorbachov, Mitterrand, Khol, Blair, Pastrana o Balduino de Bélgica. Ahora hay que añadir a la lista a Merkel.
No cabe duda de que la imagen de Doñana en el mundo se acrecienta con estas visitas. De lo que hay más dudas es de si al mismo tiempo se acrecienta la imagen de la provincia de Huelva. El encuentro ante los medios de comunicación de ambos líderes ha tenido lugar en Sanlúcar de Barrameda, en la provincia de Cádiz. No es la primera vez que ocurre esto y bien que se criticó en su momento desde Huelva, tanto desde PSOE como desde PP, que se hiciera así. Eso sí, los socialistas hacían la crítica cuando el protagonista era un presidente del PP y viceversa.
La pregunta que siempre nos ha asaltado desde Huelva, desde el primer momento, sigue en pie: ¿Qué tiene Sanlúcar que no tiene Almonte, localidad donde se asienta la mayor parte del territorio de Doñana?