La Fiscalía ha pedido prisión permanente revisable para los cuatro mayores de edad encausados por el asesinato con tortura previa de José Rachón, en la finca Calero de El Campillo, el 1 de septiembre de 2016, según publica Raquel Rendón en el periódico Huelva Información.
Es la primera vez que la Fiscalía en Huelva solicita la pena máxima que contempla el código penal, la prisión permanente revisable, y lo hace en base a la extrema crueldad con la que actuaron los protagonistas de la macabra muerte de un anciano al que pretendían robar. Fueron cinco los participantes de un relato que sobrecoge, aunque uno de ellos, menor de edad, cumple condena en la actualidad en un centro de reforma juvenil tras alcanzar un acuerdo de conformidad. Fue condenado a seis años de internamiento
Según el relato de la fiscal del caso, los cinco intervinientes en el asesinato: «Puestos de común acuerdo, resolvieron acudir a la finca Calero de El Campillo donde, según informaciones obtenidas por D.L.O.P., el guardés de la misma tenía guardada una importante suma de dinero, con el fin de apropiarse de ella ilícitamente». Antes decidieron entrar en la piscina municipal, «quebrando para ello la puerta de entrada al recinto y, tras igualmente romper la ventana de acceso al ambigú, se apoderaron» de varios productos.
Posteriormente, «emprendieron la marcha hacia la finca Calero». Llegaron al exterior del terreno en torno a las 4:00. José Rachón, arocheno de 78 años, salió con un palo de fregona en las manos. Pero J.A.R. le propinó tal «puñetazo que le hizo caer hacia delante, quedando tendido bocabajo e inconsciente». El hombre fue «maltratado, golpeado y torturado para que dijese dónde se encontraba el dinero». Le «golpearon con un palo en la espalda y la cabeza, le pisaron las costillas, cogieron una cobaya que José tenía en la vivienda para que le mordiera en diversas partes del cuerpo, le amenazaron con cortarle una oreja con un cuchillo de grandes dimensiones, le echaron restos de basura por encima de su cuerpo y un líquido de salmuera que había en un barreño».
La «agonía» de la víctima se prolongó durante cerca de tres horas. Casi eran las 7:00 de aquel fatídico 1 de septiembre cuando, «tras registrar toda la vivienda, los cinco jóvenes decidieron abandonarla, dejando al anciano tirado en la puerta de la casa con un hilo de vida, falleciendo instantes más tarde».