(Texto: Paco Velasco) Alguna vez he comentado que la cuadrilla de Pedro Sánchez me parece una comuna. Y no como la de París de 1871 que terminó con la semana sangrienta que se cobró más de diez mil víctimas. No. Más me recuerda a alguna comuna hippie de las Alpujarras granadinas. Venga armonía, afinación y fraternidad interiores que la disonancia y la estridencia llegan de fuera. Buen rollito de coleguitas estupendos mientras la calle arde.
La ministra de Educación, señora Celaá, se ha empeñado en desacreditar a los funcionarios de la Alta Inspección del Estado español. La señora portavoz de la comuna de Madrid tiene tanto miedo a Torra y a su troupe de golpistas que rechaza el informe que recoge el adoctrinamiento que satura el contenido de tantos libros de texto en Cataluña. La señora ministra no fundamenta su rechazo. Cómo va a motivar quien parece desconocer el procedimiento para argumentar algo. Que el informe no tiene rigor, dice la lustrosa dama.
Por si fuera poca ocultación la tesis –plagada de fusilamientos y copias- del jefe de la comuna monclovita, el informe sobre educación también se esconde. Antes lo hizo Rajoy, ojo, y ahora lo perpetra el doctor Vidriera, que no sabía leer y puso escuela. Entre el defenestrado y el por desokupar hay más concordancias de lo que parece. La principal es el problema catalán. Entrambos temen la pisada de las botas paramilitares de algunos mossos y de los CDR, financiadas con dinero público, fabricadas en la Cataluña de Puigdemont. Uno y otro sucumben al pánico provocado por la extorsión continuada llevada a cabo, de manera incesante, por algunos golfos de la burguesía más canalla que ha paseado las Ramblas a lo largo de los siglos.
El gabinete de ZP había que tomarlo a guasa. El de Sánchez da miedo. Y ello porque prácticamente todos coartan la libertad. Y ello porque su doctrina no se basa en valores sino en propaganda y en proselitismo. Y ello porque en vez de convencer, se persuade, o se disuade, desde la niñez, por las buenas (falsas promesas) o por las malas (a tragarse aquellas).
Los funcionarios de la Alta Inspección tienen en su mano denunciar al gobierno comunero/comunista. En su defecto, dimitir.